La mitad. Inamovibles.
La derecha lo tiene claro: ni ve ni oye. Dice la izquierda: vemos y oímos: hablemos
Madrid
Cien mil o ciento cincuenta mil, qué más da el número exacto de catalanes partidarios de la independencia que reunió el sábado Carles Puigdemont en la ciudad francesa de Perpignan, a solo 20 kilómetros de la frontera española.
Lo abultado de la cifra debería, una vez más, hacer recapacitar a los más centralistas. En las elecciones de todo tipo de los últimos diez o quince años se observa, pura matemática, que el apoyo a las tesis soberanistas, en mayor o menor grado de guerra directa con Madrid, se mantiene en las inmediaciones del 45%, algunos puntos arriba o abajo. Vamos, así a lo bruto, que se mantienen como rocas.
Saca el Ojo una primera conclusión al alcance de los observadores más obtusos: son muchos y están ahí dispuestos a aguantar. Impertérritos. No encogen, pero tampoco crecen. Llueva, nieve, se despliegue el 155 o se meta en la cárcel a no sé cuántos de sus dirigentes políticos.
La derecha lo tiene claro: ni ve ni oye. Dice la izquierda: vemos y oímos: hablemos. ¿Es malo intentar lo imposible?
