Gana la justicia
"De un problema endémico de la justicia como es la lentitud, el retraso, atribuible a eso que llamamos el sistema... Frente a eso, que genera situaciones incomprensibles e injustas, emergen las personas", la opinión de Carles Francino

undefinedVÍDEO: ROBERTO CUADRADO
Madrid
No creo pecar de exagerado si digo que la confianza en la justicia es uno de los pilares básicos de la convivencia. Y de la democracia. Y del estado de derecho. Y de casi todo lo que nos distingue como una civilización en lugar de una selva. Por eso me parece importante la historia que ha ocurrido en Zaragoza. Porque reúne -o reunía- todos los ingredientes para cargarse esa confianza, pero afortunadamente ha tenido un final feliz.
Un hombre que hace doce años trabajaba como repartidor y que fue condenado por quedarse con varios paquetes -que después devolvió- ha estado a punto de ingresar en la cárcel, con la vida absolutamente rehecha, con negocio propio, con dos hijos… Pero se ha librado por los pelos. Bueno, por los pelos no: por la constancia, la insistencia y la tozudez de su abogado, por la comprensión de la fiscalía y por la decisión final de la jueza, que le ha perdonado.
Es decir, que de un problema endémico de la justicia como es la lentitud, el retraso, atribuible a eso que llamamos el sistema… Frente a eso, que genera situaciones incomprensibles e injustas, emergen las personas. Y esa me parece una gran noticia y una gran lección, porque lo podemos aplicar prácticamente a todo. Ya ven, la esperanza -al menos en mi caso- es lo último que se pierde.




