Un mundo mejor
Mal servicio hacen los partidos del gobierno de coalición a las mujeres si las discrepancias que son inevitables en un movimiento tan masivo y en constante transformación se resuelven en descalificaciones personales y exigencias de carné de pureza feminista

Madrid
Las vísperas del 8 de marzo del 2020 vienen atravesadas por la crisis del coronavirus y por la batalla política en un gobierno de coalición entre dos partidos que han hecho del feminismo su bandera y que tienen sus programas electorales cuajados de iniciativas para la igualdad.
Mal servicio le hacen a su gobierno y a las mujeres si las discrepancias que son inevitables en un movimiento tan masivo y en constante transformación se resuelven en descalificaciones personales y exigencias de carné de pureza feminista cuando el éxito de este movimiento ha sido su capacidad de inclusión y la evidencia de que el feminismo ha mejorado históricamente la vida de todos, de las mujeres, desde luego, pero de los hombres también.
El mundo es mejor gracias a las conquistas feministas y también el de los colectivos más vulnerables. Pero a lo que estamos asistiendo ahora no es solo a una batalla por el poder sino también a debates de fondo sobre qué debe ser el feminismo en este momento. Así que la pregunta es ¿y qué debe ser? ¿Cuáles son las discrepancias? Se lo vamos a plantear a partir de las diez y media a dos mujeres: una más próxima a posiciones feministas del PSOE, Marisa Soleto, otra más próxima a posiciones feministas de Podemos, Justa Montero.




