La VentanaLa opinión de Carles Francino
Opinión

Virus y distopía

"Ahora, de repente, con todo este pollo del coronavirus, redescubrimos el valor de un sistema público de salud, por cierto, con miles de trabajadores dejándose las pestañas para frenar el contagio, pero en riesgo de ser superados. ¿Mereció la pena recortar tanto, privatizar, externalizar?", la opinión de Carles Francino

Madrid

Hace años que la literatura, el cine y las series de televisión se han abonado a la distopía, a ese género que consiste en imaginar un futuro hostil y desagradable, pero no tan loco como para descartar que algún día pudiera convertirse en realidad.

El gran David Trueba, que es escritor, guionista y director de cine, plantea hoy en ‘El país’ una distopía a propósito del coronavirus que nos obliga a reflexionar, que nos coloca ante el espejo. “Imaginen que el contagio del coronavirus se extiende por Europa de manera incontrolada mientras en el continente africano, por las condiciones climáticas, no tiene incidencia”, dice.

Aterradas -prosigue el relato- “las familias europeas escaparían de la enfermedad de manera histérica, camino de la frontera africana. Tratarían de cruzar el mar por el estrecho, se lanzarían en embarcaciones precarias desde las islas griegas y la costa turca. Perseguidos por la sombra de una nueva peste mortal tratarían de ponerse a salvo, pero al llegar a la costa africana las mismas vallas que ellos levantaron, los mismos controles violentos y las fronteras más inexpugnables invertirían el poder de freno. Y las fuerzas del orden dispararían contra los occidentales, sin piedad, y les gritarían: vete a tu casa, déjanos en paz, no queremos tu enfermedad, ni tu miseria, ni tu necesidad”.

Como relato distópico no está mal, ¿verdad? Porque además recuerda cómo Europa -nuestra Europa- privatizó el control migratorio soltándole un montón de pasta a Turquía, que ahora nos chantajea. O sea que no calculamos bien. Como tampoco calcularon correctamente aquellos que hace años optaron por privatizar hospitales, laboratorios, servicios sanitarios…

Ahora, de repente, con todo este pollo del coronavirus, redescubrimos el valor de un sistema público de salud, por cierto, con miles de trabajadores dejándose las pestañas para frenar el contagio, pero en riesgo de ser superados. ¿Mereció la pena recortar tanto, privatizar, externalizar? ¿Nos servirá todo eso para aprender? ¿O seguiremos rumbo a la distopia? Se admiten apuestas.

 
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