Y, de pronto, Navidad
Hay algo de eso: uno nota una especie de pesimismo individual que se combate, en cambio, con ese optimismo colectivo que, entre todos, nos obligamos a mantener. Ese espíritu de Navidad al borde de la primavera
Madrid
Nos han dicho que conviene mantener unas rutinas pero es imposible no desubicarse: con la familia en casa y discurso del rey Felipe VI a las nueve, uno se pensaba en Nochebuena. Que a lo mejor es eso y llega antes la Navidad, si apenas quedarán festivos antes: ni Las fallas -que se quemaban hoy-, ni Semana Santa, ni Sant Jordi. Igual se acorta el calendario si a este año le acaba por pasar lo que ayer, tan gráfico, describió Pedro Sánchez.
Un año de nueve meses. Un Congreso con 40 personas, que eran las que había en el pleno de ayer que tuvo -igual es ese obligado espíritu navideño- mensajes de unidad, sobre todo para aplaudir a Valentina Cepeda, encargada de desinfectar la tribuna cada vez que bajaba de ella un orador. Estuvo anoche en Hora 25: contenta por los aplausos.
Ha dicho la OMS, para quien se creyera inmune, que esto afecta también a jóvenes. Aunque también avisó de que los que habían estado contagiados pueden seguir infectando quince días después y ya ha dicho Santiago Abascal que él ya se ha curado, que muchos lo pasarán así de rápido y que volverá a ayudar inmediatamente.
Tenemos que aguantar, nos pide Fernando Simón como el entrenador que anima a su equipo cuando le han marcado un gol y no sabe cómo ha podido ser. Hay algo de eso: uno nota una especie de pesimismo individual que se combate, en cambio, con ese optimismo colectivo que, entre todos, nos obligamos a mantener. Ese espíritu de navidad al borde de la primavera. Que eso es lo que tiene este año breve que tan largo se hace a veces.
