Y brindaremos

Madrid

A Amparo, que es sanitaria y vive en el segundo izquierda, los aplausos de las ocho de la tarde la pillaban en el hospital y siempre había en el vecindario quien se los mandaba por WhatsApp. La otra tarde el aplauso le pilló en casa y al ver la cantidad de vecinos que aplaudía se emocionó un poco.

Puede que sea el momento en que vivamos mayor contraste de emociones y no podemos salir de casa. Lucía prepara la selectividad y cuando sus tíos la llamaron porque se había aplazado el examen, Lucía puso a sus tíos en su sitio: en realidad, lo que más le preocupaba era qué pasaría con el viaje que pensaba hacer con los amigos justo después de ese examen. Y cuándo será eso, cuándo es ahora cualquier cosa si el año se ha quedado sin fechas.

En el tercero, los padres han puesto a los niños a ver la tele, que dan clases de matemáticas. Entre clases virtuales, correos y fichas telemáticas, a los críos les faltan horas. En la tele, sumar y restar llevando. Cuando llegó el turno de la raíz cuadrada, la mayor preguntó a su padre si podía explicarle la técnica, que no lo entendía. El padre hizo lo único que puede hacerse con la raíz cuadrada: apagar la tele y darle recreo a la niña.

Los niños se llaman por facetime y los abuelos han aprendido a manejarse con la videollamada. Han llego los peores datos, pero la esperanza se sostiene en esas pequeñas historias, en el interior de cada bloque. En pensar cómo será la vida cuando vuelva a ser. Cuenta el periodista Pedro del Rosal que hay quien ha registrado la marca ‘Yo sobreviví al coronavirus’ para ponérselo de nombre, a una cerveza. Es una declaración de intenciones. Porque cuando todo vuelva a ser, brindaremos. De momento, hay que seguir mejorando la técnica con la raíz cuadradada.