Veneno: Los Javis resucitan el icono trans que enseñó la importancia de los referentes
La serie de los Javis, en Atresmedia, ahonda en la invisbilidad de las mujeres trans y la función social de los medios de comunicación con el ejemplo de Cristina Ortiz, conocida como La Veneno
Madrid
Dos ejes vertebran este primer capítulo de Veneno, la serie de Javier Calvo y Javier Ambrosi, para Atresmedia. Esos ejes son: la necesidad de referentes para vivir la diversidad sexual y de género en libertad, y el papel que juegan los medios de comunicación como agentes sociales en mostrar esa diversidad. Una serie nada fácil de hacer en España, donde la transexualidad sigue siendo, en la mayoría de los casos, un tema incomprendido, no hay más que ver el debate generado incluso dentro del movimiento feminista.
Los Javis no son sutiles, ni pretenden serlo. Quieren que todo el mundo se acerque a esta historia, que se emite este domingo en Atresplayer Premium, y que reflexione sobre un tema más presente de lo que pensamos en la sociedad; pero a la vez quieren ser un espejo para aquellos niños, que en la España de hoy todavía no pueden ser como quieren ser.
Este primer capítulo es una reafirmación de ellos como creadores, capaces de reunir las historias de superación con el humor y el retrato del mundo del espectáculo. En este caso no es el cine, como en Paquita Salas, sino la televisión. Y está vertebrado en esos dos ejes, cada uno ubicado en una línea temporal. Una, la de un niño que mira la televisión viendo a ese mujerón que fue Cristina, decir aquello de "soy transexual, sí, soy prostituta". Aquello fue historia de la televisión, en un momento donde las cadenas privadas llevaban pocos años emitiendo y mantenían una guerra por la audiencia. Eso nos lleva a otra línea temporal, la de las dos periodistas de Telecinco, fantásticas Lola Dueñas y Esther Expósito en la clásica pelea de veterana frente a joven promesa.
La historia de Cristina Ortiz, conocida como La Veneno, marca lo que fueron los inicios de un tipo de televisión liderada por Telecinco, y por Pepe Navarro, al frente del late night, Esta noche cruzamos el Mississpipi. Ahí descubrieron a la Veneno y ahí ella habló abiertamente de su sexualidad, de su trabajo, de su sexo, de su género. Nunca antes se había hecho así, con ese tono, con ese desparpajo. Cada noche, el programa de Navarro buscaba nuevos temas escabrosos, llamativos, extravagantes, personajes que dieras morbo...
Fue el inicio de un tipo de televisión con el que muchas generaciones convivieron, entre ellas la de los Javis. Aparecían en televisión gente convertida en famosa en un santiamén, contando su vida, mostrando lo que sabían hacer o, simplemente, siendo estrafalarios. Sonia Monroy, José Ignacio Blanco, el periodista encargado de difunciar la teoría de la conspiración del Caso Alcàsser, entre otros. Ahí apareció la Veneno, que después llegó a grabar canciones, a hacer bolos y que acabó en la cárcel por una estafa. Toda una coreografía de actores y actrices dando vida a esos personajes que todos tenemos en mente. Estupendas Lola Dueñas y Esther Expósito, como periodistas enfrentadas, la joven promesa y la veterana que quiere conciliar. Brillante lo que hace Israel Elejalde, que parrece el mismísimo Pepe Navarro todo el rato. Un cuidado reparto y unas interpretaciones que no desentonan.
Es evidente que no había un objetivo de reivindicar los derechos LGTBIQ en ningún programa de la televisión amarillista de entonces; sin embargo, como diría Foucault, detrás de un poder, hay un contrapoder. Ese contrapoder fue la capacidad de generar iconos, como el que se construyó en torno a la figura de Cristina Ortiz. Un icono que visibilizó la transexualidad y que explicó muchísimo más fácil que la mismísima Butler, que el género era una construcción social. Con todas sus contradicciones, aquella imagen y aquellas palabras en ese late night fueron un impulso para muchos y muchas, que empezaron a ver referentes en televisión.
Es el caso de Valeria Vegas, periodista, escritora y guionista de la serie. Ella se encargó de escribir las memorias de la Veneno, y ahora está también detrás de esta serie. Ella misma es un personaje, el que destruye las teorías de Adorno y Horkheimer. Porque sí, la televisión manipula, saca provecho y se ríe de muchos de los personajes que usa a su antojo; pero la mirada no va solo en un sentido, el espectador puede darle la vuelta a eso. Esperemos que el resto de la serie fluctúe por esos dos caminos: el de la crítica a un medio de comunicación y el de la defensa de un colectivo que supo hacerse más fuerte.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...