'Vamos Juan', los peajes de la política antes de la política
La segunda entrega de la comedia política creada por Diego San José se estrena este domingo en TNT
Madrid
Las discrepancias ideológicas son aburridas, en política es mucho mejor la venganza y el rencor. Ese es el punto de partida de la segunda entrega la comedia creada por Diego San José, ahora titulada Vamos Juan, que el canal TNT estrena este domingo. El exministro de Agricultura que interpreta Javier Cámara ya se ha cansando de su retiro como profesor en Logroño y siente de nuevo la llamada del servicio público. O de ajustar cuentas. Juan Carrasco regresa a Madrid para fundar un nuevo partido que se lo ponga difícil a sus antiguos compañeros. Como si fueran una banda, vuelve a juntar a su equipo de confianza -con María Pujalte y Esty Quesada a la cabeza-, para esta misión.
En el camino va a descubrir que esto de la política antes de la política exige muchos peajes, el Ibex, la Iglesia, buscar víctimas e incluso ganar apoyos cazando. Porque a la política se llega ‘limpio’ pero se compite con deudas. Borja Cobeaga se suma a Víctor García León en la dirección, en la que también debuta Javier Cámara con un episodio cápsula fabuloso. Al universo Carrasco también llegan nuevos secundarios, como Jesús Vidal, Alberto San Juan y Anna Castillo en esta sátira divertida y mordaz sobre la política-espectáculo. Charlamos con su creador.
Guionista moderno, exitoso, con pelazo, Diego San José, ¿cómo llevas la cuarentena? ¿estáis acostumbrados los guionistas a trabajar en pijama y no salir de casa o es un mito?
Es verdad que hay una parte de esto cierta, que los guionistas pasamos mucho tiempo encerrados en casa escribiendo durante todo el año. Uno podría pensar que una cuarentena es un lugar muy confortable para un guionista porque se parece bastante a su vida normal, pero otro lado, me estoy dando cuenta que los guionistas también le damos muchas vueltas a la cabeza, a las cosas, durante todo el año. Entonces cuando los datos, las situaciones, son tan preocupantes como las que manejamos estos días, te estalla la cabeza. Me cuesta mucho concentrarme en otra cosa que no sea darle F5 para estar pendiente de las últimas noticias. Sé que no debería estar tan enganchado, pero ya no tiene remedio, estoy echado a perder.
Creador de Vota Juan, ahora de Vamos Juan, le cambiáis el título como Sorrentino a sus series, eso significa que tienes muchos poderes, ¿te llaman showrunner? ¿te sientas el Armano Ianucci de TNT? Y eso que has tenido cerca a Cobeaga…
Tener a Borja Cobeaga, para mí, ya a nivel personal, no profesional, significa descargarme de 7.000 preocupaciones. Creo que cuando tienes este curro, y me da palo decir showrunner -me da asco la palabra, usar un anglicismo siendo de Irún-, no sé si llamarlo mejor producción ejecutiva o lo que sea, lo que más te conviene es tener garantías de que el director te está entendiendo. Tener la calma de irte a casa y saber lo que va a hacer. En el caso de Cobeaga, yo tengo la suerte de que es la tranquilidad absoluta en ese sentido. No me cabía ningún tipo de duda de que él iba a entender los tres primeros episodios que son los que dirige, ya que no pudo estar en la primera temporada por fechas, recuperarlo para esta segunda fue estupendo. En el caso de Víctor García León, Borja y yo somos fans de sus películas, para los que hacemos comedia, aunque no es tan conocido a nivel popular, internamente es súper respetado. Para mí ‘Vete de mí’ es la última gran comedia española. Me fascina, me parece de un nivel apabullante. Y luego hay un lujo, que hayamos hecho debutar a Javier Cámara. Estoy convencido de que dirigirá más series, de que hará su película dentro de unos años, cuando él quiera, me parece guay. Va a ser un gran director. El sexto capítulo que dirige es el mejor de las dos temporadas. Es como la joyita, estamos muy contentos con que debute con nosotros.
Un político que monta un partido por despecho, por venganza, ¿es el mejor motor el rencor?
El tema que elegimos para tener todos en común -guionistas, directores, incluso los actores- en ‘Vamos Juan’ es el rencor. Creo que el rencor ha tomado un protagonismo brutal en la política reciente, en la que nos rodea, y todos hemos visto partidos políticos que surgían por demostrar posiblemente a antiguos compañeros que uno es bueno en lo suyo, que puede avanzar sin su partido original. Entonces esta cosa de crear un partido político para devolverle algo a alguien nos venía muy bien para Juan Carrasco. Primero, porque le pega mucho crear un partido político sin tener ni idea de España. Y también porque el rencor como concepto es bastante apasionante. Los sueños, las metas románticas se caducan, es fácil que se agoten, en cambio el rencor es un veneno que es muy difícil sacárselo hasta que uno se venga. Tiene más fuerza que las cosas positivas. El rencor de venganza es un combustible alucinante que te puede hacer llegar muy lejos y conseguir cotas muy llamativas. En la serie se habla abiertamente, incluso hay una empresario del Opus que le recomienda que si tiene rencor es garantía de que va a conseguir sus objetivos.
¿Te ha servido de inspiración la realidad política, por ejemplos no será, Rosa Díez, Santiago, Íñigo Errejón?
De verdad que no hay una inspiración directa. Cuando hablamos de Juan Carrasco siempre pensamos en él a nivel personal y no tanto a nivel ideológico, si nos fijamos en la serie, no se habla de izquierdas o de derechas, de liberales… No hay tantos referentes, ni lectura económica. Si es cierto que durante la escritura de la serie iban surgiendo cosas muy delirantes y graciosas en la realidad. Yo recuerdo detalles muy Juan Carrasco, por ejemplo, la competición del alcalde de Vigo por tener la ciudad con el mayor número de bombillas. Esas cosas a mí me fascinan, yo me declaro fan de ese tipo de político. O ese momento en el que el alcalde Almeida intenta borrar una proclama independentista con un gel, y en lugar de borrar le sacó brillo y la hizo mucho más visible. Ese tipo de cosas donde las pretensiones románticas de un política acaban derivando en el error, en la metedura de pata, se asemejan bastante al clásico de que vaya Charlot por la calle, pise una cáscara de plátano y se caiga. Es un concepto muy cercano y muy fácil de asimilar como cómico. Los políticos, precisamente porque están escrutados todo el tiempo por lo que hacen y viven en el riesgo de meter la pata, pues cuando meten la pata, lo vemos todos a la vez. Y eso es muy bueno para la comedia.
Pero en esta temporada hemos visto más reminiscencias con la actualidad, con frases del imaginario colectivo, hay un presidente que parece Pedro Sánchez… ¿Eso intentáis evitarlo, esa conexión, o no?
Si hay más referencias a la actualidad en esta temporada es porque no nos hemos dado cuenta. Aquello que hayas reconocido como codazos a cosas que nos deban sonar de nuestro ambiente político, se nos habrá escapado. Es también muy difícil sacudirte de todo lo que ocurre en política, pero la directriz general fue siempre evitar referencias actuales para que no caduque y también para que el espectador nunca nos pueda identificar el chiste en el sentido ideológico. Cuando se ve a quién estás golpeando, ya pierde fuerza el puñetazo. Hay una cosa maravillosa en que la gente no sepa de quién te ríes, porque si es así, mientras te puedes estar riendo de todos. Y eso, a nivel de comedia, creo que es más ambicioso, aunque es un ejercicio de equilibrismo. Si alguna vez se nos ha escapado, es un error que hemos cometido porque no lo queríamos hacer. Hay un par de referencias que sí evidentemente tienen que ver con la realidad. Por ejemplo, Alberto San Juan interpreta en el quinto episodio a un ministro que es astronauta, pero nos iba muy bien porque iba a tener un delirio en ese capítulo. Aunque hay una clara referencia a la actualidad, ahí sí nos lo permitimos. Incluso el ‘Vamos’ del título, yo no me di cuenta, mucha gente nos dijo que era el eslogan de Ciudadanos, y no fue consciente. Al mismo tiempo no nos importaba porque nos iba muy bien. A veces hemos tenido algo más de manga ancha, pero de verdad que no queríamos quitarnos esa especie de ley sagrada, de que no nos pillen nunca la matrícula.
Y esta temporada sí es un poco más bruta, ¿sentís que es un paso más? Cuéntanos el momento en qué se os ocurre que hay que buscar una víctima, sea de lo que sea, si es del terrorismo mejor. Porque todos tienen una o buscan representantes de todos los colectivos…
Claramente diría que uno de los ánimos para hacer una segunda temporada era precisamente dar un paso adelante en cuanto, no quiero ser pedante, a ser más maduros, buscar menos el gag, no tener miedo a contar cosas incómodas o dolorosas para darle valor a esas cosas al acercarnos a ellas precisamente a través de la comedia. Hicimos una especie de puesta en común, de qué aspectos de la política actual nos resultaban criticables. La comedia es genial cuando entra en lugares donde cabe la crítica, y a través de los chistes deformarla par que resulte patética. Una de las cosas que nos llamaba la atención es cómo en política se puede monetizar el dolor. Como alguien con un paso, con un evento dramático en su vida puede ser utilizado para llamar a un tipo de votante. Y eso, como nos parece muy incorrecto y doloroso independientemente de quien lo haga, lo hemos utilizado en ‘Vamos Juan’ porque en este caso, con un político de esta catadura moral, no tiene reparo en aprovecharse de nadie para conseguir esto. Y así hablamos de una cosa que en la temporada es fundamental, el fichaje de una víctima para tratar de llamar a los votantes, para apelar a las buenas personas poniendo en un cartel a una víctima. Pero se les complica un poco el tema.
También hay muchos secundarios o papeles esporádicos buenísimos esta temporada, lo de Jesús Vidal, el actor que ganó el Goya por Campeones, Alberto San Juan que citabas, o Anna Castillo
Una de las cosas más bonitas de que hay un guionista le permitan jugar a ser productor ejecutivo también es esto. Parece una cosa frívola, pero es entrañable, el hecho de poder convocar en tu serie a actores con los que has disfrutado como espectador. Es el caso de Jesús Vidal para el que escribimos un papel 100% para él. Y luego, currar con Anna Castillo me parece un regalo, es la mega actriz de su generación y de dos generaciones más. Es un portento absoluto, un huracán. Verla trabajar durante los cuatro días que estuvimos encerrados en un hotel para grabar su episodio fue una de las cosas más chulas de toda la serie. Y también tenemos a Alberto San Juan, que me flipa como actor de comedia, y siempre me había apetecido escribir cosas para él. Le ponemos de ministro. Esto que parece un juego de cromos es realmente una de las cosas más chulas de que un guionista pueda acceder a algo más.
Y el papel de Esty Quesada, Soy una pringada, que es la hija de Juan Carrasco, también toma un giro como community manager de ese nuevo partido ¿Había que incorporar las redes, los haters… eso también es parte ya no solo de nuestro día a día, sino que condiciona, o puede condicionar nuestras decisiones?
La incorporación del concepto hater fue porque se juntaron dos factores en la ecuación y vimos que teníamos que tenerlos. En primer lugar, había una cosa que nos fascinaba desde la primera temporada y a mí me sigue llamando mucha la atención. Cuando tiene una intervención pública un político, la mitad de España le insulta, llama de todo, le considera una mierda, sacan memes donde se burlan de su físico, de su cara, de su pasado, de todo… yo pensaba, ¿esa persona llegara a casa y habrá una familia, unos amigos, unos padres, cómo se relaciona uno con el hazmerreír de un país? ¿cómo perdura o prevalece el cariño, los lazos emocionales, frente a parte del país se está riendo de esa persona? Eso nos apetecía mucho contarlo y, por otro lado, surgió una noticia de una mujer del tiempo que tuvo un enfrentamiento muy duro con alguien en Twitter. Alguien que no conocía se refirió al olor de su cuerpo, sin conocerla, para faltarle al respeto. Y esta mujer se obsesionó tanto que consiguió entrar en contacto con esa persona de Twitter y fue a conocerla. Y ese encuentro me parecía muy apetecible a nivel de ficción contar algo parecido. Hicimos una subtrama que es el hater de Juan Carrasco y que va derivando a lo largo de la temporada. Es muy fácil decir que todos los políticos son iguales, que son horrible, pero cuidado con cómo somos los votantes y el nivel medio moral que damos cuando hablamos de política desde nuestras cas.
Y también está esa teoría, que parece cómica, de que ya no hay políticos sin pelo. Estos días viendo la tele se puede comprobrar, ¿es más importante la imagen que el contenido?
Me da pena porque nosotros lo resumimos en un chiste, evidentemente exagerado para que sea llamativo, pero pasan dos cosas. Una, que es cierto, con lo cual el chiste se convierte ya en una cruda realidad. Y otra, que lo de calvo o con pelo es una cosa más amplia y preocupante. La irrupción de las redes sociales que ha entrado en la vida de todos nosotros. Cuando entra la vida de alguien que es un gestor público y cuyas decisiones van a suponer la construcción de un país, da más palo. Me da pudor ver a un político persiguiendo likes. Me da cosa ver a un político competir por tener un zasca ingenioso en Twitter. Los que hacen esto bien posiblemente son más populares que los que hacen un decreto ley que nos cambie la vida o algún avance social. Hay mucha energía ahora de los políticos dirigida allí donde han identificado a los votantes. No creo que consiguiendo un zasca en Twitter, los políticos logren cambiar las cosas. Lo único que consiguen es mejorar su marca personal a través del número de seguidores. A mí eso me da igual.
¿Cómo gestionaría Juan Carrasco una pandemia, sería más el alcalde de Sevilla y la Semana Santa que Fernando Simón, no?
Juan Carrasco, como político en esta pandemia, lo primero que haría sería tres veces la prueba del coronavirus. Una por si acaso y las otras dos para saber que estaba en lo correcto, y se las haría todos los días. Cada ocho horas. Y, por supuesto, con toda la cobardía del mundo. Un personaje de la catadura moral de Juan Carrasco intentaría que sus negocios no cerrasen, los suyos, y todo esto lo haría parapetado siempre en tener una cama en un hospital privado esperándole y con su familia con todas las posibilidades de huir a la Bahamas a un búnker termonuclear.
¿Eres de los que estás aprovechando el tiempo con el confinamiento, de los que miras al techo, de los que te desesperas… ¿qué series o pelis nos recomiendas?
Estoy aprovechando para ver series relativamente recientes que no había visto y me apetecían mucho. Me han gustado bastante, aunque soy fácil de complacer. Me ha encantado Mrs. Fletcher, en HBO, tiene un punto de comedia amarga y triste que no intenta ser cínica por ser de autor, me parece honesta. ‘Bendita paciencia’, también en HBO, solo lleva cuatro capítulos. Con Martin Freeman de protagonista, una comedia sobre la paternidad escrita por Simon Blackwell, guionista de Thick of it, In the loop o Veep, o sea, el major guionista de comedia actual británico. Y en Netflix, he visto ‘Esta mierda me supera’, y me lo he pasado bien, siendo un delirio estético y sin carga de profundidad como las anteriores.