"Es la temporada más bestia, más oscura y más brutal de 'La casa de papel"
Charlamos con Álex Pina, Javier Gómez Santander y Jesús Colmenar, creador, guionista y director, sobre la cuarta entrega de la serie que Netflix estrena el próximo 3 de abril
Madrid
Tras el despliegue de localizaciones de la tercera parte, 'La casa de papel' vuelve a jugar con el encierro de sus protagonistas. La banda está contra las cuerdas en el Banco de España ante los conflictos internos, la presión policial sobre El Profesor y un nuevo agente desestabilizador, Gandía, el jefe de seguridad de la institución que pondrá todo patas arriba. Con cinco líneas temporales y un mayor desarrollo emocional de sus personajes, la ficción española más exitosa se centra en las relaciones de los personajes en sus primeros capítulos y, como es marca de la casa, va preparando al espectador para la traca final. "Es la temporada más bestia, oscura y brutal, van a quedar en shock", avisa su creador Álex Pina, con el que charlamos junto al guionista Javier Gómez Santander y el director Jesús Colmenar.
¿Cuál era el reto con esta cuarta parte?
Álex Pina: La tercera parte fue una especie de apertura nueva, donde teníamos cierto miedo al vacío y fuimos concatenando algunos hitos, fue una temporada bastante vertiginosa. La cuarta parte creo que conseguimos calmarla de alguna forma. Sentíamos que necesitábamos contar más cosas de la emocionalidad de los personajes, en ese sentido, paramos un poco el ritmo desbocado que llevábamos casi por defecto. Hacemos una ficción muy frenética, tenemos una especie de ansiedad porque el espectador no se aburre, y en esta ocasión abrimos un par de hitos narrativos para hablar de los personajes, para saber algo más… Y sobre todo, para hacer una escalada hacia los últimos capítulos. No hemos bajado la montaña rusa, solo conseguimos calmar al espectador para luego realmente tener que 'desfibrilarlo' por dejarlo en shock. Es la temporada más bestia, más oscura y más brutal de ‘La casa de papel’, pero con un viaje más desde la emoción y la intimidad de los personajes a la bomba atómica del final de temporada.
Jesús Colmenar: No tengo la sensación de repetir la misma fórmula. La cuarta temporada no se parece en nada a la tercera temporada, ni en su estructura ni en las bases del juego. Es algo completamente distinto. Creo que el espectador también agradecerá ver su serie en constante transformación y movimiento.
¿Cómo ha sido a nivel de guion ensamblarlo todo? Como decíais, está más presente el desarrollo emocional de los protagonistas, se paran a pensarse a sí mismos, en qué momento están, también con esos saltos temporales… ¿la traca viene al final?
Javier Gómez: La temporada es un in crescendo en ese sentido, va creciendo en acontecimiento y emociones. De cara al guion estamos manejando unas cinco líneas de tiempo que entran y salen con mucha libertad de la estructura de ‘La casa de papel’, eso acompaña a la serie desde el principio, aunque se incrementó en este último atracado. Eso, para nosotros como escritores, es un terreno muy estimulante y fértil, poder adentrarte en personajes y emociones. Además no son personajes recientes, sino que estás redescubriendo personajes con los que tú vienes viviendo desde hace tres temporadas y que ya significan mucho para ti como escritor, pero también para el espectador. De manera que las cargas que tú tengas ahí, producen una onda expansiva mayor porque ya los tienes dentro. Todo eso que tú puedas escribir ahí está explotando dentro del cuerpo y es mucho más estimulante para quien dirige, escribe y también para los actores.
¿Sentís en algún momento presión o fatiga? Presión por las fans y las expectativas, fatiga por las ideas, si fluyen o surgen de forma natural o va costando.. ¿Y si tenéis la sensación de que se está estirando el chicle o no?
Álex Pina: Si tenemos la sensación de que se está estirando el chicle, cortamos rápidamente y nos vamos a nuestra casa. Hay una cosa cuando escribes ficción y cuando la diriges, se nota claramente cuando te lo pasas bien escribiendo, cuando te lo pases bien con la pizarra, o cuando no te lo pasas bien. Los mejores capítulos es cuando realmente has disfrutado escribiendo y cuando empieza a ser una tortura la pizarra, apaga y vámonos. Yo creo que ‘La casa de papel’ todavía tiene resortes y, al menos a mí como escritor y creador, me resulta estimulante todavía pensar en personajes, en historias que tenemos, en la posibilidad que te da este tiempo. La serie avanza hacia adelante pero también hacia atrás, descubrimos cosas del pasado de los personajes, de Berlín… Estas posibilidades abiertas todavía no se han agotado, si se agotan, somos los primeros en cancelar esto. Estirar el chicle se nota y produce una decepción salvaje en el espectador. Se nota cuando la escribes y también cuando la ves.
Cuando se estrenó la tercera parte hablábamos de si, en cierto sentido, el carácter antisistema, aunque esté en Netflix, era una de las razones de su éxito internacional, que había sintonizado con una audiencia global por ese malestar generalizado en la sociedad con las instituciones… ¿Seguís pensándolo o pesa más la vinculación con los personajes?
Jesús Colmenar: Desde el principio hay una vinculación personal con los personajes. Yo creo que es más poderosa esa razón para lo que ha sido el fenómeno y el enganche internacional. Se han identificado con unos personajes muy fuertes, muy poderosos, muy fascinantes, con los que están enganchados y quieren ver una otra y vez. La parte de la que hablas, el sentido más iconográfico de lucha y rebelión, creo que también es una de las partes más importantes, pero los personajes más.
Javier Gómez: Creo que forma un poco parte de lo mismo. Tiene un vínculo afectivo con los personajes por sus emociones y, al mismo tiempo, igual que la audiencia se engancha a la forma de amar de Lisboa o El Profesor, hay una parte que también te mueve, porque está dentro de tu identidad y tus emociones, que es cómo percibes algunas injusticias. Son resortes que apelan a emocionalidad por un sitio u otro.
¿Hay algún personaje intocable, lo habéis hablado, si, pase lo que pase, hay alguno que no vais a tocar?
Jesús Colmenar: No lo hay (risas)
Álex Pina: Todos los personajes de ‘La casa de papel’, y lo hemos demostrado muchas veces, son susceptibles que les ocurra algo. Primero porque la serie, en términos de honestidad con nosotros mismos, pasa porque en cualquier momento estos personajes que están dando un atraco pueden sufrir un trastoque o imprevisto que les puede llevar hasta la muerte. El número de bajas es grande. Lo grande de una ficción es que el espectador no pueda calcular ni garantizar nada respecto a sus personajes ni a la hoja de ruta de las tramas. La imprevisibilidad es el fundamento del interés del espectador hoy en día. Se ha clonado tanta ficción en el mundo, donde se hacen cosas tan manidas, tan parecidas, donde cuando uno ve un thriller, que ha poblado los últimos años, uno dice este personaje ya lo ha visto, esta forma de hablar ya lo he visto, esta escena del crimen, este asesinato ya lo he visto… Todo esto hace que el espectador premie lo imprevisible y le cambies la hoja de ruta. Si somos coherentes con nuestra forma de hacer ficción, vamos a llevar a nuestras últimas consecuencias que cualquiera de los personajes caiga, porque están haciendo un atraco y puede pasar de todo. Hemos demostrado que nos podemos pegar un tiro en el pie, que no somos una ficción confortable ni conservadora con sus propios personajes, sino al contrario, va a llevar al espectador al límite. Y lo vais a comprobar esta temporada.
¿Es una temporada menos ambiciosa a nivel de producción? En en el caso de dirección, con ese reposo, es más de interiores, con menos localizaciones que en la tercera
Jesús Colmenar: Es una temporada concebida para explorar más interiormente las emociones de los personajes y para generar además esa sensación un poco más de callejón sin salida, con una cierta angustia, con una sensación claustrofóbica. Es una temporada concebida así y, por tanto, la dirección era muy importante que transmitiera esa sensación. La temporada tres era más abierta, más grande, el reto que tenían era gigante y tenían que hacer un golpe gigante. Ahora ya están dentro, todo se va de madre y, de repente, se genera una olla a presión. Es una temporada más de interiores pero en el in crescendo de la trama final el rodaje fue realmente complicado. Y ocurren muchísimas secuencias de acción complicadas de rodar y de grandes dimensiones. Si es cierto que arrancamos con una serie, como fue en la primera y segunda, más de interior y explorando las emociones de los personajes y el estado en el que se encuentran.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...