Vía de doble sentido

Madrid

Hoy, de nuevo Consejo de Ministros. Esta vez con medidas de corte socioeconómico, con los alquileres como estrella, y, hoy, otra vez, el gobierno hará una serie de anuncios que no habrán tenido un mínimo consenso ni con la oposición, ni con los presidentes autonómicos, ni con los agentes sociales, como pasó ayer con el parón total de la economia.

Ya sabemos que, a momentos excepcionales, soluciones excepcionales, pero tan excepcionales son que requerirían un mínimo de diálogo y entendimiento con todas las partes afectadas, incluso para compartir la responsabilidad. No se puede parar la economía sin contar con la opinión de sindicatos y patronal. No se pueden tomar decisiones de tanto calado sin un mínimo de diálogo con la oposición y las Comunidades Autónomas, porque todas las partes están afectadas. La crisis del coronavirus no ha dejado en suspenso el modelo de Estado tal y como lo conocemos, ni se ha suspendido el Estado de las autonomías, ni el diálogo social y la soberanía sigue residiendo el Parlamento.

Y la excepcionalidad se convierte también en imposibilidad para que el Gobierno se someta a ningún tipo de control o que tenga que rendir cuentas, ni siquiera ante la prensa. Hay muchas comparecencias ministeriales, sí, pero los periodistas no poemos preguntar ni repreguntar directamente. Nuestras preguntas son filtradas y si no hay respuesta concreta se quedan en el aire. Así pues, las comparecencias se convierten en una correlación de declaraciones de intenciones: "En los proximos días", "no lo descartamos", "de momento no está en nuestros planes", "la situación es cambiante"...

Se nos pidió que nos encerráramos y nos encerramos. Se nos pidió que dejásemos de trabajar y dejamos de trabajar. Se nos pide paciencia y la estamos ejercitando. Se nos ha dicho que juntos venceremos al virus y lo estamos intentando, pero el Gobierno ha decidido hacerlo solo, sin contar con nadie más. Pedro Sánchez pide lealtad, pero debería saber que esta es una vía de doble sentido.