Los olvidados
"Hoy ponemos el foco en el otro extremo de la pirámide de población: en los niños. Su sacrificio es brutal", la opinión de Carles Francino
Los olvidados
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Madrid
Una de las mayores dificultades en crisis como esta del Covid-19, de la que apenas existen precedentes, es que tampoco disponemos de una hoja de ruta. Nadie tiene certezas, nadie puede utilizar de datos previos que avalen tal o cual decisión. Y por eso surgen más que nunca las preguntas, las dudas, los debates. Y yo creo que resulta muy sano, eh, porque la obediencia perruna, sin más, tampoco me parece la mejor de las respuestas.
No querría estar, por ejemplo, en la piel de los médicos que han de decidir estos días qué tope de edad ponen para admitir a alguien en la UCI; esté enfermo de coronavirus o de lo que sea. ¿Son 80 años el límite, son 75, son 70? ¿Sin matices, es corte por edad y punto? ¿Es un trillaje como en situación de guerra? Lo dicho: no querría estar en su piel, de verdad; pero ese debate lo dejo para otro día.
Hoy ponemos el foco en el otro extremo de la pirámide de población: en los niños. Su sacrificio es brutal, cada vez más voces de expertos recomiendan abrir un poco la mano en el confinamiento para que al menos salgan un ratito a la calle. Que seguramente se podría hacer, manteniendo las distancias, acompañados del padre o la madre… Italia, por ejemplo, ya lo ha aprobado porque son muchos días, demasiados. Aunque plantearlo aquí y ahora parece bastante complicado.
En cualquier caso, ¿será verdad que existe el adultocentrismo? Pues parece que sí. Y esa es otra de las enseñanzas que podemos extraer de todo este pollo: no olvidarnos de los niños; tenerle en cuenta en las grandes decisiones; no hacer como si fueran muebles a los que se puede acarrear de un sitio para otro. Y yo no sé si ahora es posible cambiar algo, pero sí que esta es una reflexión -otra más- que podíamos haber hecho antes del diluvio.