'Cinco horas con Mario': un enfermero relata sus últimas horas con un paciente en la soledad de la habitación
Detrás de cada uno de los fallecidos por coronavirus en nuestro país hay una historia, y la de Mario es una de ellas
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‘Cinco horas con Mario’: Un enfermero gallego relata sus últimas horas con un paciente en la soledad de la habitación
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Madrid
Muchos miembros del personal sanitario se están teniendo que enfrentar durante estos días a situaciones que nunca hubieran imaginado. Tratando a pacientes a los que tienen que atender incluso por encima de las responsabilidades de su oficio y ocupando un rol que va más allá de lo que correspondería a un trabajador de la sanidad. Y es que estos trabajadores están siendo para muchos pacientes, en estos momentos, una mano amiga o el apoyo familiar del que no pueden disponer. Un hermano o un hijo que no puede acompañarlos durante sus últimas horas de vida.
Pablo Taboada es uno de ellos. Es enfermero del SERGAS (Servizo Galego de Saúde). Hace tan solo unos días, en su turno de siete horas, tuvo que acompañar a un paciente, a Mario, durante sus últimas cinco horas de vida luchando contra el Covid-19. Un suceso que le marcó tanto que decidió escribir un relato que tituló, en homenaje a la obra de Delibes, ‘Cinco horas con Mario’.
Mario no es el nombre real del paciente ni Pablo Taboada es enfermero, pero toda la historia que se cuenta si que lo es. Un relato en el que comienza lamentándose de que, seguramente Mario “no será el último paciente para atender bajo estas circunstancias”.
“De todos esos pacientes, todos con sus nombres y apellidos hay uno que me ha afectado especialmente”, relata Pablo. Se trata de Mario, de 75 años, hipertenso y diabético, un paciente de los que se conocen como “de riesgo”. Fue ingresado tras acudir a urgencias con síntomas como tos y falta de aire. A partir de ahí, su contacto físico se redujo al personal sanitario: “Los contactos con Mario deben ser breves y mis accesos a la habitación deben ser justos”.
Poco a poco, el virus va haciendo mella en Mario, hasta llegar a un punto, relata el enfermero, en el que ya no puede valerse por sí mismo. Su deterioro es imparable, avanza muy rápido y sin control y su vida corre peligro. “Su corazón ya no puede aguantar más”, cuenta Pablo, que lamenta que, a pesar de su incansable lucha por mantenerse con vida en la soledad de la habitación, Mario acaba muriendo.
Es uno de los muchos pacientes que estos días mueren en soledad
No tuvo la despedida que le hubiera gustado. Solo Pablo y él, ningún familiar, a los que no pudo ver desde que días antes acudiera a urgencias con algunos síntomas. “Me he despedido con una suave caricia con mi doble par de guantes sobre su frente”.
Esta es la historia de uno de los enfermos de Covid-19 en nuestro país. Mario es una de las casi 11.000 personas a las que la enfermedad se ha llevado por delante. Personas, cada una de ellas, con nombre y apellidos, con una familia y una historia que contar. Personas que se difuminan en un mar de datos que día nos llegan a través de los medios de comunicación. Pero detrás de cada uno de esos números hay una historia: “Mario no será un número más”.
En La Ventana hemos escuchado al enfermero que ha escrito esta historia. Pertenece a un colectivo llamado Enfermeiras en loita (Enfermeras en lucha), un colectivo de enfermeras y enfermeros gallegos que lleva años denunciando la precariedad laboral de su colectivo al que en estos momentos de crisis se le han roto todas las costuras, pero, a la vez, se le ha colocado en el lugar central de la sociedad que merecen.
La situación de la sanidad pública se lleva advirtiendo desde hace años
Pablo quiere que su texto sea un homenaje para todos los pacientes, víctimas y personal sanitario, pero también quiere que sirva como llamada de atención: “Ahora nos llevamos las manos a la cabeza, pero la privatización y las condiciones precarias las llevamos denunciando desde hace años”. Todo esto mientras “parte de la población dio la espalda a la problemática”, se lamenta.
Por eso pide que esos aplausos de reconocimiento a los profesionales de la sanidad que cada día suenan en los balcones de nuestro país vayan más allá y que los ciudadanos se den cuenta del poder que tienen para cambiar las cosas: “Tienen que ser justo los ciudadanos quienes decidan, y no solo con sus votos sino en el día a día, qué sanidad pública quieren para su país”.