Esa Europa insolidaria
Nadie pide caridad. Se trata de que entiendan que la cruda realidad obliga a abandonar las rigideces impuestas por una economía basada en mantener y aumentar sus privilegios de ricos, y no el bienestar de los ciudadanos de a pie
Madrid
Nos extraña que nos cueste sangre, sudor y lágrimas llegar a acuerdos entre los distintos partidos. Es la maldición española, decimos quejumbrosos, una de nuestras inveteradas tradiciones, la de lamentarnos de nuestras presuntas incapacidades. Pues no, en absoluto, tampoco en esto somos originales.
Y para demostrarlo, ahí tienen ustedes paralizados a los líderes europeos, enredados en sus egoístas y miserables cálculos, a pesar de que tienen ante sus ojos un drama gigantesco que alcanza a todo el continente, un negro paisaje de muertes, hospitales a reventar y ancianos condenados a morir.
¿Cómo es posible que la derecha, no es culpa de este Ojo que sean precisamente gobiernos conservadores los que se niegan a ningún tipo de acuerdo solidario, sea incapaz de entender lo que está ocurriendo?
Nadie pide caridad. Se trata de que entiendan que la cruda realidad obliga a abandonar las rigideces impuestas por una economía basada en mantener y aumentar sus privilegios de ricos, y no el bienestar de los ciudadanos de a pie. Pero si nosotros perdemos, todos pierden. ¿Cuándo acabará su fanática insolidaridad?
