Una copa de vino
Que es verdad que al optimismo resistente del principio le están dando buenas dosis de realidad y que de esta igual no salimos en todo mejores ni más fuertes. Al menos habrá servido para ordenarse las prioridades

Madrid
El 10 de abril de hace 50 años, Paul McCartney anunciaba que dejaba los Beatles. Se acababa la banda. Le pegaba al día un aniversario de ruptura si eso es lo que hay mires a donde mires: Trump con la OMS, en Europa ha estado cerca la cosa, la patronal con el Gobierno y en el Congreso uno no sabría por dónde empezar. Si la cosa llegó a estar hasta en el color de las corbatas.
Más que ruptura, lo que hay es crispación. Palabras graves que se irán sumando a la crisis económica. La nueva normalidad viene con el volumen muy alto y a lo mejor eso acaba por tapar todo lo bueno que todavía dura: los aplausos de las ocho, el reconocimiento a todos los oficios que eran imprescindibles aunque pocos cayeran en la cuenta: camioneros, trabajadores de supermercados. Sanitarios.
La nueva normalidad estará en cada pequeño gesto. Nueva normalidad es la cobra de Adriana Lastra a Ábalos cuando fue a darle un beso en el Congreso en plena pandemia. Nueva normalidad son todos esos memes en los que nos ayudamos. Esas pequeñas cosas, en fin.
Que es verdad que al optimismo resistente del principio le están dando buenas dosis de realidad y que de esta igual no salimos en todo mejores ni más fuertes. Al menos, habrá servido para que ordenásemos prioridades: había una imagen ayer de una mujer de 90 años que se asomaba a la ventana de su confinamiento con un cartel. El cartel decía: Necesitamos vino. Pues eso.




