El cine mallorquín muestra la crítica más dura al turismo 'low cost'

Madrid

Los apartamentos Pullman, que dan título a uno de los estrenos de este viernes, son uno de esos edificios colmena donde vive la clase obrera mallorquina. Es decir, inmigrantes que trabajan en la construcción de hoteles y otros bloques de piso, limpiadores de hoteles, camareras, repartidoras de flayers... y sus hijos. Dos de esos niños son los protagonistas de Pullman, el largometraje de Toni Bestard, cineasta mallorquín que retrata con poesía visual y esperanza el mundo el lado que no vemos del turismo low cost.

Pullman es el desarrollo de uno de tus cortometrajes, ¿por qué justo ahora?

Llevaba muchos años que me rondaba en la cabeza expandir el universo del cortometraje El viaje, que hice en Madrid, porque en esa época hice allí, en el año 2002, en el extrarradio con dos niños. Quería darle una vuelta y adentrarme más en el universo de esos dos niños. Ahora las cosas han cambiado, estoy en Mallorca, es 2020, los niños ya no pueden ser los mismos y el contexto es otro. Decidí cambiar el extrarradio de Madrid por los apartamentos Pullman, que están ubicados en una de las zonas donde empieza la parte más turística de la isla. Esos dos niños ahora son hijos de inmigrantes que trabajan en la isla, como muchos de tantos que trabajan aquí en el sector turístico.

Vemos una Mallorca en la que no nos fijamos en esta película. Cuando normalmente todo lo que vemos es el Palacio de Marivent, los Reyes, las playas, los barcos; pero no la gente que trabaja en los hoteles o incluso que los construye y apenas puede vivir de ellos…

Esa Mallorca o ese Benidorm o cualquier otro lugar muy turístico que muchas veces no vemos. Vemos la cara que brilla, pero no vemos lo que hay detrás de la nevera. Si la mueves, a lo mejor te encuentras un mundo más turbio. Eso está en la película, aunque lo que prevalece es la historia de amistad entre dos niños. Usar esa relación, esa aventura para contar la trastienda de ese paraíso en el que creemos que vivimos. La película se acerca, de alguna manera a esa trastienda.

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Una mirada, la de estos dos niños, libre de prejuicios, de raza, de clase… frente a los personajes adultos que sí los tienen, ¿era también una intención del guion?

La grandeza de los niños es que no tienen instalados esos prejuicios que los adultos sí tenemos. La mirada de la película es a través de sus ojos, a través de esa inocente mirada sin prejuicios. Yo es una película que recomiendo que puedan ver padres y niños juntos. Quizá los padres puedan leer ese subtexto que está debajo y para un niño será una película de aventuras. Esa es un poco la idea, esa falta de prejuicios en la mirada infantil.

La cinta recuerda a ese canto de esperanza de los niños de Florida Project, ¿era una influencia? ¿Qué otras influencias has tenido?

Referencias… siempre he tenido muy presente una película que me marcó mucho: Matar a un ruiseñor. Es una película a la que siempre recurro, siempre está muy presente en mi subconsciente. Florida Project se estrenó cuando estábamos terminando el guion. La vi y me pareció que se acercaba mucho a lo que nosotros estábamos buscando en Pullman y, quizá, algo sí pudo influir en la película. Además, considero que es extraordinaria. Supongo que muchas películas del mundo infantil. Por ejemplo, cuando rodaba el corto El viaje, hacía unos pocos años del estreno de Barrio y de El Bola y recuerdo que esas películas me influyeron mucho como director.

Todas las que ha mencionado retratan dramas sociales… ¿no sé si piensa en que es más necesario que nunca un cine social que nos muestre las diferencias entre gente que vive en una misma ciudad?

No sé si es una etiqueta que beneficie o no a las películas. Yo creo que sí están en ese género porque intento retratar a unas personas que no conocemos muy bien, muchas veces nos ponemos una venda y no queremos mirarlos y nos conviene quitarnos esa venda y ver esas vidas. En ese sentido sí tiene un carácter social la película

Habla de una actividad paralizada ahora mismo, como es el turismo, ¿Cuánto daño ha hecho? ¿Cómo va a ser en el futuro después del coronavirus?

A mí es un tema que me preocupa. Recuerdo que cuando escribimos la película sí sentía esa rabia del isleño, del mallorquín que vive rodeado de este sector turístico, tan necesario, pero que cada verano tenías que ver las noticias escabrosas relacionadas con el turismo de bajo coste. Es curioso que la película se estrena en este confinamiento, donde nos veremos muy afectadas todas las comunidades que vivimos del turismo, en especial Baleares, y precisamente lo que queremos es que vuelva el turismo cuanto antes. Por eso creo que esto nos puede hacer pensar, ahora que tenemos la oportunidad de renacer, que el turismo sea otro modelo, distinto del que teníamos.

¿Y el cine? ¿Habrá mucho cambio después? Lo digo porque es una película que va directamente a plataformas, a Filmin, y no pasa por las salas…

El hecho de que tuviéramos una peli pequeñita, independiente, que no tuviéramos ningún trato comercial con distribuidoras nos ha permitido poder adelantarnos y estrenar directamente en una plataforma como Filmin, que es una plataforma que apuesta por el cine pequeño o el cine de autor y el cine español. Supongo que esto va a ser el punto y a aparte de un replanteamiento del modelo de distribución. La gente necesita contenidos, lo estamos viendo, el espectador necesita consumir, y en ese sentido, nosotros hemos podido levantarnos y adelantarnos; pero ha habido otros compañeros que no han podido. Yo también hubiese preferido estrenar en cine, pero es cierto que en cine hubiéramos pasado desapercibidos y en Filmin no. Por otro lado, estamos viendo cómo el cine es uno de los sectores más tocados de esta crisis y está claro que habrá que sentarse y replantar todo.