En casa con alzheimer: "El confinamiento precipita el avance de la enfermedad, hay que reforzar los estímulos"
Miles de personas con alzheimer pasan el día en casa con sus cuidadores
Los expertos advierten que la falta de actividades y la ausencia de ejercicio físico ayuda a la evolución de la enfermedad
Por eso piden que intenten mantener las actividades que realizaban antes del confinamiento
Madrid
Ellos también pasan el día como pueden: leen la prensa, hacen videollamadas con familiares y salen un rato al balcón cuando cae el sol de forma oblicua. En el balcón de Miguel, de 82 años, la luz cae efímera pero intensa: desde que amanece y hasta las diez y media de la mañana. Igual de efímera que las visitas de Carmen, su hija, que le lleva la prensa cada mañana y charla un rato con él.
Papá, tus amigos te han enviado fotos al teléfono, ¿las vemos juntos?. Carmen, que vive a dos calles, en pleno centro de Barcelona, dice que hasta hace unos meses su padre hablaba con amigos y familiares por WhatsApp; que manejaba con destreza, aunque hace tiempo que tiene que ser ella quien le ayude con el teléfono. Miguel tiene alzheimer, grado 1. Vive con su mujer, que es junto a su hija, su principal cuidadora.
“El confinamiento precipita la confusión y el avance de la enfermedad"
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Un abismo para un enfermo de alzheimer
El confinamiento llegó días antes de que operaran a Miguel de un cáncer de colon. Un mes y medio después, le acaban de comunicar que está sano, y que ya no hace falta seguir con el tratamiento. “Él no tiene claro que ha pasado un cáncer. Su única preocupación es que no puede salir de casa, eso sí le está repercutiendo mucho emocionalmente”, explica Carmen.
“En el hospital le recomendaron hacer ejercicio físico. Lo hacemos en casa, claro. Pero noto que está triste desde que no sale a la calle. Hace una semana salimos juntos a la farmacia para que se moviera un poco y encontré una mejoría inmediata; fue brutal: el resto del día y al día siguiente parecía que tenía más energía”.
Un mes y medio sin salir de casa es un abismo para un enfermo de alzheimer. “Serán interesante los estudios que intenten comprobar a posteriori cómo afecta a un paciente con esta enfermedad estar durante tanto tiempo encerrado”, explica a la SER Nina Gramunt, neuropsicóloga y responsable del área social de la Fundación Pasqual Maragall.
La doctora apunta que, de momento, a falta de datos objetivos, "la intuición clínica nos lleva a pensar que afectará a todos, independientemente de la evolución de la enfermedad. Aquellos que están en la fase leve de la enfermedad requerirán de un enorme trabajo de repetición cuando salgamos a las calles: insistirles en recordar el nombre de las calles por donde han estado paseando durante meses antes del confinamiento, por ejemplo. Se podrá reconducir la situación con mucha repetición. Aunque la pérdida de rutina afectará especialmente a los enfermos más avanzados: la falta de actividades estimulativas en la calle o en los centros de día precipitarán la confusión y el avance de la enfermedad”.
Reacciones "anómalas"
El confinamiento también está precipitando las reacciones las reacciones que en la jerga llaman “anómalas”. “Me refiero a conductas delirantes: algunos pacientes pensarán que están encerrados porque les quieren hacer dañoseso les agitará y provocará que intenten escaparse de casa”, explica Gramunt. Por lo que la receta para evitar que se acelere el desarrollo de la enfermedad pasa por “establecer rutinas diarias en casa, mantener relación con familiares por videollamadas y seguir realizando en casa actividades que antes hacían en el centro de día”.
Oriol tiene 79 años y hasta hace mes y medio salía cada mañana a pasear con su bicicleta por Barcelona coincidiendo con el horario del trabajador a domicilio que ducha y da de comer a su mujer, Montse, enferma de alzheimer, grado 2. “Cuando me pregunta por qué no puede salir a la calle le explico que hay un bicho peligroso que nos puede matar. Pero la pregunta vuelve cada cinco minutos”, dice Oriol. “Entonces salimos al balcón, que por suerte es grande, le muestro la calle y le digo: ¡ves como no hay nadie, no hay ni coches!”.
Oriol tiene claro que el confinamiento no debe convertirse en una ruptura total con la rutina. “Dentro de casa ya existen rutinas: levantarse, vestirse, desayunar, salir al balcón, que por suerte tengo uno muy grande. Ella solía pintar en el centro de día durante varias horas. Ahora yo le imprimo lienzos en blanco y negro y ella se pasa las horas pintando aquí en casa”.
Sobre explicar a los enfermos el motivo del confinamiento, Gramunt apuesta porque siempre comuniquemos los motivos de un cambio de rutina al familiar. “Aunque hay que percatarse si le perjudica o no emocionalmente. Si se siente triste por recibir mucha información, mejor evitar que se sobreexponga. Pero es conveniente intentar explicarles, aunque siempre teniendo en cuenta la fase de la evolución de la enfermedad para adecuar las explicaciones al paciente”.
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Enrique García
(Sevilla, 1994) Corresponsal en Bruselas, siguiendo y explicando la política comunitaria. Antes, redactor...