"La sanidad pública va a necesitar una cura psicológica tras esto"
En Radio Lindo hablamos con Emilio Bouza, ex jefe de servicio de Microbiología del Hospital Gregorio Marañón que alaba la gestión del centro y que asegura que en sus décadas de carrera nunca había vivido nada "de esta dimensión"
“La sanidad pública va a necesitar una cura psicológica tras esto”
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Madrid
La escritora Elvira Lindo viene acompañada en su particular Diario del Confinamiento de un amigo que tiene mucho que decir y contar en un momento como este. Es Emilio Bouza, ex jefe de servicio de Microbiología del Hospital Gregorio Marañón hasta su reciente jubilación, catedrático emérito de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas en la Universidad Complutense de Madrid y personal Emérito del Servicio Madrileño de Salud. Emilio creó en 1984 creó el primer servicio de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica de España y se ha pasado toda la vida trabajando en enfermedades infecciosas. "No he vivido nada de esta dimensión. Viví la epidemia del SIDA fue algo tremendamente dramático pero tuvo un comienzo distinto, más lento, menos brusco, con otras dimensiones, fue terrible también, sobre todo en los primeros años. Esto es más agudo, es más una epidemia casi de tipo histórico, muy impresionante también", asegura. El miedo también es distinto.
El Hospital Gregorio Marañón es lo más parecido a una gran ciudad dentro de Madrid. "El hospital debe de tener la plantilla de un gran portaaviones americano, somos 8000 empleados de todas las categorías y todas las actividades. La capacidad que ha habido de convertirlo de la noche a la mañana en un hospital para la epidemia ha sido impresionante. Yo en la vida había visto a tanta gente lo mejor que sabe, con tanto esfuerzo. No había discrepancias. Gente que se llevaba mal trabajando mano a mano, sin titubear", describe Bouza en ‘La Ventana’.
La situación inicial fue tan caótica en el hospital que “nuestros de nuestros propios compañeros al encontrarse enfermos no sabían a quién recurrir para no sobrepasar el hospital, los médicos de familia estaban desbordados”. De este modo se creó un servicio especial de atención que justo hoy se ha desactivado. “Nosotros sabíamos quiénes eran positivos, les llamábamos por teléfono, creamos una consulta especial que pudiese aliviar un poco la situación de nuestros compañeros de urgencia, ayudamos a que no se sintiesen abandonados”.
Ahora mismo su grupo de trabajo está desarrollando un protocolo para las residencias de ancianos, "estamos tratando de evaluar a la población de gente mayor que vive dentro de instituciones, la gente que sufre mayor riesgo. Es necesario saber tres cosas: quién tiene el virus y puede transmitirlo; quién ha tenido la enfermedad y está teóricamente protegido; y qué grupo de ancianos no han tenido contacto con coronavirus y, por tanto, hay que proteger extraordinariamente", describe.
El futuro de la sanidad pública pasa por una mayor prevención y por “una especie de cura psicológica, de reposo, porque sí que nos ha estresado enormemente", opina. "Mis compañeros de hospital me hablaban ya hoy de otro tipo de pacientes y yo les decía es que no puedo pensar en otra cosa que coronavirus. Nos ha creado una psicosis en la que no es posible hacer otra cosa que pensar en este tema, en las consecuencias. Todos hemos pasado mucho miedo y creo que lo hemos controlado bien", concluye.