"El hambre no se confina"

Madrid

En el Comedor de Pobres de Salamanca, un centro benéfico que lleva funcionando 25 años, hoy han repartido comida a 220 personas. Algunas, las que viven en la calle, han almorzado en el local tras hacer la correspondiente cola y respetando la distancia de protección. La mayoría ha regresado a casa con una tartera con lentejas, carne guisada, una fruta y un trozo de pan. Para casi todos será la única comida que hoy entrará en sus cocinas. Lo que empezó como una crisis sanitaria, es una crisis social en toda regla para muchas personas. No es que no puedan pagar la hipoteca, o los recibos -que también-, es que apenas tienen para comprar lo más básico: la comida.

‘A diario atendíamos de media a unas cien personas, en apenas unos días esa cifra se ha duplicado con creces. Y la mayoría de esos nuevos rostros son personas que nunca antes se habían visto en una situación ni remotamente parecida. Hasta ayer tenían un trabajo, unos ingresos modestos que les permitían vivir aunque no ahorrar, y tras perderlo se ven al borde del abismo’, ha contado en La Ventana, Rocío Ledesma, coordinadora social del centro.

‘Hay gente que antes nos daba donativos y ahora están en la cola para pedir comida’

Ante esta situación de absoluto desbordamiento, han lanzado una campaña de petición de ayuda bajo el lema ‘El hambre no se confina. Contagia solidaridad’. ‘Necesitamos dinero y comida, no queremos dejar desatendido a nadie que lo necesite’, explica Rocío. Acostumbrados a lidiar con situaciones de gran precariedad desde mediados de los noventa, tienen claro que ‘nada es comparable a lo que estamos viviendo ahora’.

‘La crisis de 2008 fue muy dura pero es casi una sombra en comparación con lo que vemos estos días’. Y es que la situación de quienes ya estaban en el umbral de la pobreza se ha agravado aún más, mientras se han incorporado muchas otras familias que nunca se han visto en nada remotamente parecido. ‘Muchas vienen desorientadas porque no conocen nada sobre los circuitos de ayuda social, ya que nunca han tenido que recurrir a ellos, y en muchos casos, con una mezcla de vergüenza y agradecimiento. ‘Estamos viendo a personas que antes nos hacían donativos y que ahora hacen cola para recoger comida para ellos en el comedor’

En el centro, que cuenta con una ayuda del Ayuntamiento de Salamanca que cubre cerca de un 30% de sus gastos, funcionan mayoritariamente gracias a los donativos y el trabajo desinteresado de sus cerca de 150 voluntarios. ‘Cerca del 90% de ellos son personas mayores, jubilados en su mayoría, que ahora no pueden hacer esta labor al ser un colectivo de riesgo’.

Por eso en el centro faltan manos y hacen un llamamiento a todo aquel que pueda ayudar. ‘Son muchas bocas, y el hambre no podemos recluirla’, explica Rocío. También reclaman a quien pueda hacerlo que envíen comida al centro, ubicado en el Paseo de la Estación 75, de la capital salmantina: ‘Sobre todo necesitamos carne y pescado’. En la cocina siguen trabajando a destajo para que nadie se quede sin un plato de comida.