La racionalidad se abre camino
Puesto que el PP, al margen de cómo esté la epidemia, ya anticipa que su voto a una nueva prórroga será 'no', se trata de pactar con todos los demás y ahorrar incertidumbre

Entre el griterío la racionalidad se abre camino (12/05/20)
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Madrid
El año 2020 lo recordaremos siempre porque le arrebató la vida a mucha gente querida, porque nos paró la vida a todos y porque con la pandemia se inició un cambio del que sólo atisbamos ahora la puntita. Todo se mueve muy deprisa. En la ciencia, en la vida y en la política.
Hoy Pedro Sánchez e Inés Arrimadas han vuelto a hablar y han quedado en volver a hacerlo regularmente, hablar, en principio, de la pandemia. Y eso, sin que se mueva un pelo del gobierno de coalición y sin que Arrimadas haga más exigencias que las que tienen que ver con cosas concretas de la gestión de la crisis. Digamos que en medio del griterío, la racionalidad se abre camino por un desfiladero estrecho. No sabemos hasta donde puede llegar, lo que es seguro es que España necesita, tan urgente como la vacuna, un tratamiento contra polarización. Y si no se puede llegar a grandes Pactos de Estado -para eso es imprescindible el PP que, de momento, sigue en su laberinto- al menos ir fraguando pequeños acuerdos que rompan las desconfianza brutal con la que se trata nuestra clase política.
El gobierno pretende aprobar una próxima prorroga del Estado de Alarma con mayor duración, aprobarla el 24 de mayo hasta el final de la desescalada. Un mes aproximadamente. Puesto que el PP, al margen de cómo esté la epidemia, ya anticipa que su voto será no, se trata de pactar con todos los demás y ahorrar incertidumbre. Es una solución menos garantista desde luego, que el gobierno tenga que pedir permiso cada 15 días es una garantía democrática. Pero si una mayoría del parlamento cree que es la solución, quizás nos ahorre nuevos espectáculos que sólo provocan hartazgo en la ciudadanía.




