¿Por qué ofende a los payasos?
"El debate público no debería replicar conversaciones de barra de bar (...) Quién sabe, a poco transversal que sea el colectivo en lo ideológico, quizás Marcos de Quinto le deba el escaño también a un puñado de payasos", la polémica del día de Isaías Lafuente.
Madrid
Marcos de Quinto tuiteó ayer que en España, “ante una de las crisis más graves de su historia, no podemos permitirnos estar a expensas del payaso de vicepresidente que tenemos”. Se refería a Pablo Iglesias. No polemizaremos sobre el uso del insulto en el debate político. Y no porque nos parezca bien, sino porque el empeño lo damos por perdido. Pero este diputado debería disculparse al menos con los payasos, dignos ciudadanos que con su profesión dignísima contribuyen a que nuestra vida sea un poco más llevadera incluso en los peores momentos.
Los payasos cargan con el peso de una lengua que históricamente los ha estigmatizado, como a los gitanos, judíos, putas, negros, homosexuales o pueblerinos. Y seguramente todos hayamos proferido algún epíteto semejante en nuestra vida, no somos querubines. Pero el debate público no debería replicar conversaciones de barra de bar. Así que el diputado debería tentarse antes de mentar a los payasos. Por respeto a sí mismo y a la dignidad que ostenta, porque son contribuyentes cuyos impuestos pagan su actual empleo y porque, quién sabe, a poco transversal que sea el colectivo en lo ideológico, quizás Marcos de Quinto le deba el escaño también a un puñado de payasos.