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'Bacurau', la rebelión de Kleber Mendonça: "Si cuentas una historia sobre la gente, tiene que ser política"

El director brasileño ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes con Bacurau, película que llega a plataformas directamente

Imagen de Bacurau / CEDIDA

Todo Cannes 2019 fue una muestra de las preocupaciones a lo largo del mundo por la desigualdad y la desestabilización política. Lo vimos con la Palma de Oro, Parásitos, de Bong Joon Ho, que luego ganaría el Oscar; pero también con otras cintas en competición y otras premiadas del palmarés. El Gran Premio del Jurado este año fue ex aequo. Ganó Los Miserábles, de Lajd Ly, pero también una cinta brasileña que mezclaba el wéstern, el drama social y la ciencia ficción.

Es Bacurau, de Kleber Mendoza Filho y Juliano Dornelles, una película que se ambienta en un futuro cercano y que habla de las consecuencias de gobiernos perniciosos. Una denuncia a la corrupción, al clasismo y racismo. Con una apabullante puesta en escena visual, los directores nos sitúan en una aldea rural de Brasil, donde americanos y políticos locales quieren controlar todos los recursos medioambientales, aunque haya que matar a todos. Una cinta que, al igual que Les miserables, indica que la revolución del pueblo es la única solución contra el despotismo de hoy. Baucurau llega a España directamente a plataformas, en medio de la pandemia del coronavirus. Hablamos con su director por Skype de cómo ha cambiado el significado de su historia la situación actual.

¿Cómo están las cosas ahora en Brasil?

Tenemos ahora mismo una batalla entre el gobierno central y los distintos gobierno de las regiones. Están ignorando lo que dice Bolsonaro, lo que es una buena noticia, y no están abriendo los comercios ni la hostelería. Ahora mismo es un tremendo desastre la verdad.

¿De dónde surge esta distopia brasileña que es Bacurau?

Pues surge de la necesidad de trabajar con un buen amigo. Y de hacer algo que nos gustaría a los dos ver en el cine. Estoy muy contento porque lo he conseguido, he hecho una película que además a la gente le gusta verla y a mí me gusta cómo reaccionan. No me lo esperaba. Incluso hace un año en Cannes, me acuerdo perfectamente de las primeras reacciones. Eran de sorpresa, no se esperaban ver algo así en la competición. Luego hemos ido a varios festivales, la película se estrenó en cines en agosto y fue muy bonito porque ha hecho buenas cifras tanto en grandes como en cines más pequeños. La gente además aplaude al final. Pero en realidad no es más que una película brasileña hecha por dos amigos que habla del planeta, de la gente, la injusticia, de historia, de política, es exactamente la película que queríamos hacer, una película honesta.

Wéstern, acción, thriller, drama social... Bacurau es una mezcla de géneros, ¿por qué era importante hacer esa mezcla para contar esta historia distópica?

El cine brasileño tiene un problema histórico con el cine de género. Creo que porque la gran generación de cineastas brasileños, la de los serena con el Cinema Nouvo, estaban incluidos por el cine europeo, por la Nouvelle vague y por el neorrealismo italiano. Algo que fue adoptado por la izquierda. En ese momento el mundo estaba divido entre la Unión Soviética y Estados Unidos y era mucho más cool estar posicionado con la URSS. Lo que provocaba que todo lo que venía de Estados Unidos era rechazado. El cine brasileño no se relacionó mucho con la ciencia ficción, ni con el género; sino más bien con el realismo social. Yo nací en el 68 y crecí viendo las series americanas en televisión y los culebrones brasileños y el cine social. Yo no tengo ese problema porque tengo muchas influencias y soy más abierto. De hecho, hay mucho del cinema nouvo en la película, pero también de John Carpenter, de Verhoeven y Sam Peckimpah o Sergio Leone… Creo que es una cuestión de estar abierto a todas las cosas que son y cuando te sientas a escribir un guion es muy interesante cómo te influye esa mezcla de todas las cosas que tú has visto antes.

La película habla del medioambiente, de cómo nos lo cargamos, de la importancia de la comunidad, de pertenecer a algo, de la identidad… cosas que ahora nos estamos replanteando en esta pandemia, ¿cambia el coronavirus el significado de esta película que se hizo mucho antes pero que la gente la va a ver ahora?

Mucha gente está descubriendo la película en esta cuarentena y les sorprende las cosas que tiene de actual. Es como si predijera algunas de las cosas que están pasando. Por ejemplo, esa comunidad que está siendo borrada del mapa, o comunidades aisladas entre sí, o de esa mujeres que llega de repente. Creo que hay mucha correlación con las cosas que vemos, pero ya lo había con las cosas que estaban ocurriendo en Brasil en los últimos cuatro años, desde el golpe de estado contra Dilma Rousseff, el surgimiento de la extrema derecha, de Bolsonaro y esa distopía casi de ciencia ficción que está siendo esta pandemia. Hay relación entre lo que hacíamos y lo que sentimos ahora, pero no sé si soy el adecuado para explicar esto. Quizá más bien la gente que está descubriendo ahora la película.

Viendo su filmografía, todas sus películas hablan de reivindicaciones políticas, ¿cree que puede haber un cine separado de la política?

No creo que sea fácil para mi poder separar las dos cosas. No puedo despertarme un día y decir “hoy voy a hacer una película que no sea política”. No, todas los son. Creo que si quieres escribir una historia honesta y real sobre la gente, tiene que ser política. Otra cosa es hacer cine sobre los políticos, sobre los presidentes, los gobiernos… Es cierto que no hago ese tipo de películas. Hago películas, por ejemplo, de una mujer que dice no, de eso iba Doña Clara. Y una mujer que dice no significa muchas cosas: sexualmente, socialmente, políticamente. No era una película política, pero tenía un significado político muy completo. En Bacurau pasa lo mismo. Si un día descubres que no existes, porque te han quitado del mapa, eso es otra historia política. La idea de que te borren de un mapa tiene muchos significados. No es solo una historia de tecnología, también una historia sobre quién eres y quién te borra. Tiene muchas lecturas. Busco historias y creo que es muy difícil escribir una aislada de lo político, porque está conectado. Todo es político. Incluso si ves una película de un estudio de Hollywood, la historia es claramente política, aunque no puedas identificar la ideología. Son decisiones políticas también cuando un productor te quita cosas del guion porque son molestas, aunque te dé dinero a cambio. Eso es político.

Con Bacurau ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes el año pasado, ¿Cómo ve el cine ahora mismo donde parece que las plataformas han ganado la partida?

Yo estoy a favor de sumar, no sé por qué la gente se empeña siempre en restar. Creo que eso es una de los triunfos del capitalismo, quitarte cosas para sacar más beneficios. Desde hace años existe esa pelea entre el streaming y el cine en salas. Si organizaos esto de manera correcta, los cines siempre existirán y luego el streaming estará fuerte. Pero solo si lo hacemos correctamente. Si el streaming empieza a comer terreno del cine, lo destruirá. Creo que el peligro está en que la gente que quiere destruir el cine, está aprovechando el COVID19 para conseguirlo más rápidamente. Yo estoy obsesionado con vivir la experiencia en cine. Vengo de la generación que iba al cine a ver los clásicos antes de que llegaran las multisalas. Mis películas han tenido muy buena oportunidad en los cines y gracias a que funcionaron bien en salas, después funcionaron bien en plataformas.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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