La reconquista

Madrid

Bienvenidos un día más a esta ‘Ventana de la resistencia y el confinamiento’. Estoy seguro de que, dentro de unos años, cuando todo esto haya pasado y -¡ojalá!- hayamos aprendido la lección para que no se repita, al recordar algunas cosas ni nosotros mismos daremos crédito, ¿eh?

Porque hoy, por ejemplo, uno de los titulares del día, de esos que te hace saltar un aviso en el móvil, un titular era: “Barcelona permite tomar el sol en las playas a partir del miércoles”, que dices… ¡Joder! Pero es que además venimos de festejar la tímida reapertura de tiendas y terrazas como si hubiéramos llegado a la cima del Everest.

Tomarse una caña con los colegas o probarse unas alpargatas en una zapatería de cara al verano han ascendido a la categoría de acontecimientos. No digamos ya los reencuentros familiares, los partidos de pádel -donde se pueda-, o un arrocito frente al mar. Y no me extraña que solemnicemos estos momentos. Yo lo comparto, y ahora mismo lo envidio, porque suponen la reconquista de la normalidad. Y eso es algo que tampoco deberíamos olvidar: esta pandemia nos deja un rastro de dolor, de muerte, de ruina, de miedo, de cabreo, de impotencia; de muchas cosas negativas, muchísimas.

Pero hay que pelear por reengancharse y por eso adquieren tanta importancia detalles que nos parecían nimios, como lo de tomar el sol en la playa o cortarnos el pelo en la peluquería. Porque al final la felicidad -si es que eso existe- no lo digo yo, lo dijo Benjamin Franklin: “La felicidad no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”. Como tomar el sol o escuchar música.