"Viendo otra vez las imágenes, la decisión del árbitro fue realmente absurda... no fue falta"

Madrid

El 20 de mayo de 1992 es una fecha marcada en la historia del Fútbol Club Barcelona. El club blaugrana consiguió en Wembley su primera Copa de Europa con un gol de Ronald Koeman de falta en la segunda parte de la prórroga. Después de dos intentos (en 1961 en Berna contra el Benfica y en 1986 en Sevilla contra el Steaua) el Barça afrontó su tercera final con una plantilla de ensueño. El ‘Dream Team’, comandado por Johan Cruyff en su cuarta temporada en el banquillo, llegó a Wembley después de un agónico gol de Jose Mari Bakero en Kaiserlautern en octavos de final y de quedar primero de grupo en un atípico formato que daba un billete directamente para la final, dejando con las ganas a Benfica, Sparta de Praga y Dinamo de Kiev.

En Wembley esperaba la Sampdoria, equipo genovés que esta temporada luchará por la permanencia en la Serie A, pero que a inicios de los 90 dio mucho que hablar. Liderados en el banquillo por Vujadin Boskov y por grandes futbolistas sobre el césped como Pagliuca, Vialli o Mancini, fueron capaces de ganar el Scudetto 1991 al Milan de Sacchi o el Nápoles de Maradona y se metieron en la final de la Copa de Europa en la temporada siguiente.

Una ocasión única, quien sabe si irrepetible, que se esfumó en la prórroga con el gol de Koeman y que bien pudo ser diferente. El conjunto italiano tuvo ocasiones y Zubizarreta fue uno de los jugadores más destacados del encuentro. Dos miembros de aquella plantilla, Giovanni Invernizzi y Marco Lanna (que años más tarde fichó por el Zaragoza), le cuentan a la SER cómo recuerdan aquella final, su experiencia ante Laudrup, Stotichkov, Guardiola y compañía, el gol de Koeman y también la labor del colegiado alemán Schmidhuber, todavía recordada entre todos los ‘tiffosi’ de la Sampdoria.