Una tarde en el Senado

Valencia

Habla el senador Eduardo Rubiño, de Más Madrid. Está en la tribuna del Senado y dice que el PP gobierna con los fascistas de Vox. Los senadores del PP, que se acaban yendo todos a una, protestan. Alguno se levanta del escaño, se pone en pie y empieza a hablar a gritos y a señalar con el dedo. Palabras más altas que otras.

Es sintomático que la crispación llegue a ese nivel en el Senado, que por lo general es más tranquilo por una razón: porque sale menos en la tele. Pero el Senado ya es el anticipo del ruido que se acabará oyendo en el Congreso. Y las cámaras parlamentarias acaban siendo cámaras de resonancia.

Maíllo y Marlaska, ayer. Hubo otro senador que debió de pensar que lo suyo sería muy ocurrente. El senador se llama Asier Antona. Es del PP.

Gritos y alardes en el Senado mientras el país trata de contener la peor pandemia. Es verdad que el Senado ofreció ayer también este contraste con Illa que, en mitad del griterío, agradeció a Ana Pastor la creación del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y el nombramiento de Fernando Simón a Ana Mato en mitad del griterío

Dijo Sánchez que habría una desescalada por la epidemia y pretendía que hubiese una política. Si es así, y en vista de lo que se escucha sólo en una tarde en el Senado, da pavor preguntarse cómo será la nueva normalidad. 

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