Insoportable cacofonía

Madrid

Aquí seguimos un día más en esta ‘Ventana’ de la resistencia, la desescalada, la recuperación de nuestra vida de antes de la pandemia… Una ventana a la que se asoma también el miedo -como es lógico- la incertidumbre, el enfado… Pero que hoy más que nunca -al menos para mí- nos nuestra un paisaje esquizofrénico, desesperante.

Si pudiera hacer lista de las historias relacionadas con ese intento de recuperar -y mejorar si se puede- nuestra vida anterior, no tendría suficiente con seis programas: agencias de viaje que ofrecen test gratis para poder moverse con la garantía de no tener coronavirus, restaurantes que abren, -no que reabren, no- que se estrenan en plena pandemia porque tienen confianza en que esto va a remontar, talleres de bicis que no dan abasto porque está calando el mensaje de que otra movilidad es posible, una empresa que fabrica aros playeros de seguridad y que lo está petando, otra que ofrece un colchón que elimina en tres horas el coronavirus, diseñadores que elevan la moral de la tropa con camisetas coloristas y divertidas, directores de cine que se lanzan a hacer películas con el móvil ¡y lo consiguen!

Todo se mueve en las dirección de “vamos, vamos…”, hasta las cifras del paro, que relejan el enorme destrozo de la COVID, pero apuntan un tímido inicio de la recuperación de empleo. Así que, con problemas enormes, con dudas, con temores, pero hay un run-run general de ponerse las pilas, de avanzar, de intentarlo como sea.

Toda la Galia, como en Astérix; ¿toda la Galia? No, igual que en Astérix una aldea resiste: es la aldea de las Cortes, donde los diputados -y diputadas- de una derecha más ultramontana que nunca, le arrean a un gobierno que intenta sobrevivir a eso, al virus y a sus propios errores. Y la cacofonía es terrible. Las dos Españas. El país que debería estar unido y remando a una en la adversidad se descose a través de sus propios representantes, al grito de “gobierno ilegitimo y gobierno criminal”.

Hace apenas cuatro años, medio mundo se reía -nos reíamos- de Trump y de su atrabiliaria manera de hacer política. Hoy, por desgracia, tiene imitadores en todo el mundo, y en España también.