El día que tres presos desaparecieron de la cárcel de Alcatraz
El guardia que revisaba las celdas entro en la suya y descubrió que los tres que estaban durmiendo no eran ellos sino unos monigotes
La fuga de Alcatraz
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El 12 de junio de 1962 fue un mal día para el sistema penitenciario americano. De todas las prisiones norteamericanas, la más segura parecía ser la de Alcatraz, por una sencilla razón: además de las medidas habituales de una cárcel, estaba en una isla a dos kilómetros de tierra firme. Salir de la prisión ya era difícil; nadar esa distancia hasta San Francisco, casi imposible.
La prisión había estado en uso desde la guerra civil norteamericana, pero fue a partir de 1934, durante la lucha contra el crimen organizado, cuando se fortificó y se ganó el sobrenombre de la prisión más segura de los Estados Unidos. Allí cumplió condena Al Capone, uno de los mafiosos más famosos de la época. Nadie se había conseguido fugar de ahí. Hasta 1962.
El 12 de junio, el guardia que pasaba revista se encontró con que Frank Lee Morris y los dos hermanos Clarence y John Anglin, todos condenados por robar bancos, no se movían de sus camas. Entrando en la celda, vieron que no eran ellos quienes descansaban en los camastros, sino unos monigotes que hicieron los presos. Después vieron que había habido un plan de una ingenuidad extraordinaria. No sólo habían construido esos monigotes, también habían usado todo tipo de materiales para construir una pequeña balsa, y aparentemente, habían navegado con ella.
No se encontró ni rastro de ninguno de los tres. El FBI oficialmente cerró el caso en 1979, pero sigue abierto a recibir pistas de los desaparecidos, que no se sabe si tuvieron el mejor día de su vida ese 12 de junio… o el último.
