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"Darnos cuenta de la pandemia nos llevó tiempo. Ahora sabemos que habrá segunda ola"

El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) señala que no son una agencia regulatoria y sus recomendaciones "no son obligatorias" pero confían en la responsabilidad de los países de la UE

Dan por hecho que Europa tendrá que hacer frente a una segunda ola

"Darnos cuenta de la pandemia nos llevó tiempo. Ahora sabemos que habrá segunda ola"

"Darnos cuenta de la pandemia nos llevó tiempo. Ahora sabemos que habrá segunda ola"

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El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) hace balance de los últimos cinco meses de pandemia tras haberse convertido en uno de los referentes de seguimiento epidemiólogico. Sus recomendaciones, que emiten a través de informes públicos, no son de obligado cumplimiento, a pesar de que en España hayan acabado en los juzgados utilizados para cargar contra la reacción del Gobierno al COVID-19 . Nuestro país no remitió los datos de los fallecimientos en residencias necesarios a tiempo, aunque ahora, señalan, cumple al 100% con el envío de datos al centro europeo.

Desde el ECDC, los máximos responsables de los servicios de vigilancia epidemiológica de los estados miembros, no dimensionaron el avance de la pandemia en Europa hasta marzo y hacen autocrítica: consideran estar mejor preparados ahora para una segunda ola que dan por hecho en "cuestión de tiempo". Lo hace en una entrevista telefónica desde sus oficinas centrales en Suecia con su experta en Sanidad Agoritza Baka.

P. ¿En qué consiste el trabajo del ECDC?

R. Se centra principalmente en lo que llamamos evaluación de riesgos. Desde que descubrimos la aparición del COVID-19, estamos monitoreando muy de cerca lo que sucede dentro de Europa, primero lo hicimos fuera, en China, y luego, cuando comenzó a extenderse por todo el planeta. Monitoreamos los nuevos contagios, las muertes y cualquier derivada vinculada a la pandemia. Otra gran parte de nuestro trabajo es dar orientación y emitir documentos que respondan a las necesidades de los Estados miembros en Europa y los países de la UE.

P - ¿Con qué datos empezaron a trabajar desde enero? ¿Con los de la OMS, expertos, sus propios datos?

Una de nuestras fuentes principales son los datos que nos proporcionan los países europeos. Fuera de Europa trabajamos principalmente con la OMS en Ginebra y en Copenhague. Pero también hacemos lo que se llama Inteligencia Epidémica. Básicamente funciona con herramientas que escanean la red en busca de información relevante sobre enfermedades. Y esto lo hacen varios expertos del departamento Epidemic Intelligence, recopilan todas las cifras y hacen informes diarios. En enero, básicamente nos enteramos del brote a través de Internet, a través de las noticias que circulan en China.

- Teniendo en cuenta que después resultó ser la pandemia del siglo. Qué tiene que cambiar para obtener datos que aporten mejor información. ¿Tenía Europa en enero suficientes datos para responder al COVID-19?

Creo que teníamos los datos. Y al principio no estaba muy claro, cualquiera que mire hacia atrás verá que no estábamos seguros de cómo era el virus. Por ejemplo, ni siquiera sabíamos si se transmitía de persona a persona. Y luego pensamos que era un poco como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que ahora está en Arabia Saudita. Y pensamos que este tipo de virus no se transmite muy bien. Y que podríamos tener suerte. Pero luego, a medida que las cosas se desarrollaron, nos dijimos 'no, no, no, estamos lidiando con un virus muy diferente con una transmisión muy eficaz'. Pero darse cuenta de esto llevó un tiempo. Y durante esta primera parte, fuimos un poco complacientes. Pensamos ‘podemos monitorear los casos realmente bien en Europa, sabemos cómo detectarlos y tenemos un fuerte sistema de salud pública'. Pero digamos que el virus era más inteligente.

Y no solo eso, sino que se transmite antes de los primeros síntomas. Y esto es realmente crítico porque significa que no tienes muchas armas contra él. No hay un tratamiento, no hay vacuna. Entonces, ya estábamos en una peor situación digamos, pero darnos cuenta de esto nos llevó algo de tiempo. No fue hasta marzo cuando tuvimos todos los datos.

P. ¿Y con estos datos, hacen los informes del ECDC y elaboran las recomendaciones. ¿Cómo esperan que se cumplan por los estados miembros?

No somos una agencia reguladora. No emitimos directrices que los países estén más o menos obligados a cumplir, emitimos orientaciones y la mayor parte del trabajo se basa en la colaboración de los países responsables de su propia gestión. No tienen una obligación legal, pero entienden que, dado que las recomendaciones están disponibles, todas son públicas, supongo que tienen que justificar si no las siguen. Pero no tenemos manera de penalizar a nadie.

P. En España, el delegado del Gobierno en Madrid ha sido imputado por prevaricación y entre los indicios contra él está no haber seguido sus recomendaciones para evitar concentraciones, particularmente el 8M. No seguir sus informes puede tener consecuencias legales.

No, no de nosotros, al menos no del ECDC. Aunque supongo que esto sucederá en muchos países que tendrán que mirar hacia atrás y decir qué hicimos bien y qué no, pero no tiene que ver con consecuencias legales.

P ¿Los países tienen que justificar su cumplimiento ante la Comisión Europea o ante las instituciones europeas?

Supongo que tienen que hacerlo ante su propia comunidad científica. Nosotros tenemos conversaciones frecuentes con los Estados miembros, tenemos teleconferencias semanales, tanto en el ECDC con personal científico y en la Comisión Europea con representantes políticos y quienes han ocupado cargos de salud pública.

P. ¿Cómo valoran el seguimiento que se ha hecho de sus informes?

En este momento estamos metidos de lleno en la crisis y solo somos 280 personas. Cuando la pandemia nos de un respiro, haremos lo que se llama ‘action after review’, una revisión del trabajo hecho y veremos cómo implementar nuestras recomendaciones y analizar su impacto.

P. Volviendo a los datos. En España hay problemas con su fiabilidad. La OMS los ha corregido en distintas ocasiones. E incluso, un informe del ECDC sobre residencias no contaba con los datos del Gobierno. ¿Cuál es su experiencia con España? ¿Qué ha ocurrido en las residencias de mayores?

Déjame explicarle un poco sobre lo que llamamos "datos de vigilancia". Esto se llama "vigilancia epidemiológica", son los casos positivos de COVID-19 que se detectan en un país. Mide, por ejemplo, la edad, los días desde que comenzaron los síntomas, qué le sucedió a esa persona... Todo esto se llama vigilancia epidemiológica. En muchos países se actualiza el Sistema Europeo de Vigilancia, conocido como Tessy, automáticamente una vez por semana, algunos incluso una vez al día.

En nuestra web se puede consultar si los países están proporcionando todos los datos necesarios. España lo está haciendo al 100% en comparación con otros países, aunque la mayoría se acercan a ese 100%. Por lo tanto, proporcionan actualizaciones automáticas.

Sobre las residencias de ancianos, el asunto es diferente. Es uno de los mayores problemas que detectamos durante la evolución de la pandemia, el impacto en personas mayores por encima de 70 años en las residencias de ancianos, probablemente porque el contagio se transmite más fácilmente. Y dado que son tan vulnerables, muchas muertes proceden de esas residencias. Nos hemos dado cuenta de que necesitamos desarrollar un nuevo sistema para observar estos centros. Y hay que entender que la mayoría de los países no tenían este tipo de sistema. Algunos países ya tenían algo basado en su trabajo sobre la gripe. Pero en realidad, la mayoría no tenían un sistema de vigilancia listo que les dijera qué estaba sucediendo en esas residencias de ancianos. Probablemente por eso no teníamos todos los datos de España. Y no me sorprende que no los tengamos de muchos otros países. Pero esto es algo por lo que abogamos para la próxima ola y que todos los países deberían desarrollar.

P. ¿Cuándo detectaron que necesitaban un nuevo sistema para hacer frente a las muertes en residencias como uno de los mayores problemas de la pandemia?

Principalmente en abril. Comenzamos a ver los grandes brotes y las grandes pérdidas de personas mayores en Bélgica, en Francia y, por supuesto, en España, también en Suecia, donde estamos nosotros. Así es como comenzamos a desarrollar recomendaciones específicas y a recopilar la mayor cantidad de datos disponibles.

P ¿Habrá una segunda ola?

Es cuestión de tiempo. Dado que ahora comenzamos a abandonar las restricciones, creemos que es cuestión de tiempo que el virus vuelva a circular de manera más intensa. El virus no se ha ido completamente. Por lo tanto, se reintroducirá de un país a otro. Es una verdad que debemos aceptar. No hay forma de que podamos hacer que desaparezca a menos que tengamos una buena vacuna. Y esto llevará algún tiempo. Nuestra mayor preocupación ahora es que necesitamos preparar a los países para esa segunda ola.

P. ¿Qué lecciones ha dejado esta primera ola? Incluso para ustedes, considerando que detectaron la pandemia en marzo y hay un debate sobre si los avisos debieron llegar antes.

Para identificar estas primeras lecciones estamos tratando de colaborar con centros académicos externos para analizar qué ha ocurrido en países como España. Pero estoy de acuerdo, somos una agencia bastante pequeña para este tipo de trabajo y hemos visto que necesitamos un apoyo más fuerte, por ejemplo, para el trabajo de monitorización. Imagine que en enero teníamos solo a dos expertos para hacer ese trabajo y necesitaban el apoyo de los estados miembro. Y justo en ese momento, los Estados solo podían lidiar con sus propios problemas.

Esto debemos fortalecerlo, la Comisión Europea y los responsables de Salud ya han decidido darnos más apoyo y se contratará más personal. Con suerte creo que ahora sabemos que también en nuestra forma de trabajar hay cosas que necesitan ser cambiadas, digamos. Así que creo que seremos más efectivos en la segunda ola. Espero que aprendamos nuestra lección, al menos internamente.

 
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