Adopciones: sueños aplazados por el coronavirus
La crisis sanitaria ha impedido que decenas de familias viajen para recoger a sus hijos tras un largo proceso de adopción internacional
Madrid
El tiempo se ha parado en el domicilio madrileño de Alejandro y de Susana. La llegada de la pandemia por coronavirus les ha arrebatado su gran ilusión, la llegada de su hijo Gorka. Tras años de trámites y de incertidumbres estaban en la recta final de la adopción, ya tenían asignada la fecha del juicio que les abriría las puertas para recogerle en Vladivostok (Rusia) y “traerle a casa”, pero su sueño se ha roto.
Adopciones: sueños aplazados por el coronavirus
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“Nuestro hijo nos está esperando a 9.000 kilómetros. Hace unos meses viajamos a Rusia para conocerle y le prometimos que regresaríamos para llevárnoslo. Solo queremos que nos permitan volver a viajar allí para sacarle de un orfanato”, explica Alejandro. La epidemia ha supuesto un duro golpe para este matrimonio y para muchos otros en su misma situación. Según fuentes de la Oficina de Información Diplomática (OID) casi un centenar de familias españolas en proceso de adopción internacional tuvieron que cancelar sus vuelos como consecuencia del cierre de fronteras y, al igual que Alejandro y Susana, muchos se encontraban en la última fase del proceso. Tras una larga espera, ahora que España abre sus fronteras, piden que les permitan viajar cuanto antes y que ninguna traba administrativa más retrase el momento por el que llevan batallando desde hace tiempo: abrazar a sus hijos.
“Durante el estado de alarma hemos vivido en una gran incertidumbre, ni el Ministerio de Exteriores ni la Administración nos han mantenido informados en ningún momento. Ha habido días que rozabas la desesperación. Ha sido muy duro”, afirman. Su historia empezó el 8 de marzo de 2018, aquel día iniciaron un largo camino que han recorrido con el apoyo de la Asociación Internacional para la Protección y Ayuda a los Menores del Este (AIPAME). Una adopción internacional es siempre una carrera de obstáculos, suele ser un proceso que se demora meses o incluso años, supone un enorme desgaste psicológico y una gran inversión económica (se estima que una adopción internacional puede alcanzar los 30.000 euros). En AIPAME informan sobre los requisitos necesarios para poder tramitarla, asesoran sobre las incidencias que puedan surgir durante la misma y gestionan todo el expediente desde el momento de la firma hasta la realización del último informe de seguimiento. El apoyo emocional es fundamental en esa andadura, los padres adoptantes viven durante mucho tiempo tras una alambrada, con miedo, y el asesoramiento y el acompañamiento son fundamentales: “Cogemos mucho cariño a las familias, les haces parte de tu vida. Recorremos con ellos un camino muy duro, es una montaña emocional. Pese a todo, es una experiencia maravillosa”, afirma Mercedes Campos, responsable de AIPAME.
El 15 de marzo de 2020 el tiempo se paró en el domicilio de Alejandro y Susana: “Somos conscientes de que durante del estado de alarma la prioridad ha sido salvaguardar la salud del país. Ahora solo pedimos que, dado que las cosas están mejorando, se acuerden de los padres que nos quedamos a punto de adoptar. Estamos dispuestos a todo, a cuarentenas, a cualquier tipo de test, a lo que haga falta, con tal de tener a nuestro hijo en casa.” Según los últimos datos recogidos en el Boletín de medidas de protección a la infancia, en 2018, un total de 444 niños fueron adoptados en el extranjero por familias españolas. A 31 de diciembre de ese año había 4.232 expedientes pendientes de recibir una asignación así que, probablemente, sean muchos los que hayan visto paralizado su proceso de adopción.
Han sido tres largos meses. Al principio fue frustración, la sensación de que se trataba de una broma pesada pero fue una situación real. Nadie sabía nada. Solo había impotencia mientras esperaban una llamada, una carta, cualquier dato que les devolviera la ilusión. Y nadie les decía nada. Una pesadilla que nunca imaginaron. Ahora esperan que la “nueva normalidad” también llegue a los procesos de adopción. No pierden la esperanza y van a seguir luchando por “su niño”, por traerle a España y darle una vida mejor. Tienen muchas ganas de que Gorka llegue a casa para borrar el silencio que hay en su dormitorio decorado y preparado desde hace meses. Le esperan.