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Cariño, risas y discusiones: historia de un reencuentro familiar

Estamos viviendo días de reencuentros. El pasado fin de semana se celebraron largas comidas y cenas en las que hubo mucho de qué hablar. Mucho. E inevitablemente, después de las muestras de cariño y las risas, brotaron las discusiones alrededor de algunas mesas. Nada que no ocurriera antes de la llegada del coronavirus. Miremos por la cerradura

Historia de un reencuentro familiar

Historia de un reencuentro familiar

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Madrid

Tengo 12 años. Durante los últimos días he sido obligada a participar en encuentros y reuniones familiares, que se repetirán en lugares distintos y con algunas variantes durante las próximas semanas, si antes no lo impide algún rebrote.

Hasta ahora, y no espero otra cosa, los reencuentros siempre se han desarrollado alrededor de grandes fuentes de arroz, embutidos, quesos, alubias, pescados, tortillas, carnes a la brasa, verduras de la huerta, mucha bebida y algunos postres pasables. El ser humano, y ya van cientos de miles de años, ha evolucionado lo justo. La vida nos va en comer, amar, odiar y morirnos. Básicamente.

Somos una familia amplia, dispersa, carente de atributos y hechos reseñables. Nuestra sangre nunca dio marqueses, cardenales o heroínas. Comemos en mesas de diferentes alturas con manteles de hule, servilletas de papel, cuchillos con mango de plástico y platos de todos los colores, la cerveza se bebe en vasos de nocilla y las moscas, a nuestro alrededor, rebañan los huesos de aceituna sin protocolo.

Si pudieran vernos, comprobarían que somos una familia con suerte. No hay ninguna silla vacía. ¿Por dónde se empieza una conversación con una silla vacía? ¿Qué se le dice? ¿Cómo se le abraza, cómo se le besa?

Mi abuela parece feliz. Va de un lado a otro de las mesas, diciendo lo guapos y listos que somos. Es partidaria de las mentiras piadosas.

La comida se inicia alegre y salpicada de bromas de dudoso gusto, pero no hace falta ser muy perspicaz para intuir que habrá choque de pareceres. Basta con observar las mascarillas que cuelgan del perchero. Algunos miembros han decidido convertir las suyas en escaparates ideológicos. De hecho, el choque ya ha empezado. Ha salido el nombre de Fernando Simón, criminal y santo.

Sé lo que es el punto de vista. Lo he dado en clase. “El punto de vista se refiere al lugar desde el cual una persona observa una situación…” Bla, bla, bla. Conozco el proceso. Ahora seguirán con Pedro Sánchez, Casado, Cayetana, Iglesias, Vox, el 8-M…

Mi madre, me consta, lleva días preparándose para este reencuentro familiar. Se ha prometido no entrar en ninguna disputa. No lo conseguirá. Quedan las residencias de la tercera edad, los sanitarios, las banderas, la guardia civil, la economía, las colas del hambre...La familia colapsará. Es una tradición.

No se preocupen por nosotros, se solucionará. Los conozco bien. Todavía nos quedan muchas comidas y cenas. Y algunas tienen final feliz. Cuídense. También de la familia.

 
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