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Juventud sin futuro (o futuro sin juventud)

Tres jóvenes, con carreras universitarias finalizadas, casi finalizadas o a punto de comenzarlas, nos cuentan cómo prevén el futuro, la precariedad laboral y el cada vez mayor activismo

el sociólogo Juan Antonio Alcoceba cree que comparar esta generación con la de los padres no se puede hacer "sin tener en cuenta como se ha desinstitucionalizado la sociedad"

Joven protesta contra la especulación / Getty Images

Madrid

Es época de selectividad, ese momento en que tantos jóvenes sienten que transicionan a la edad, pero vivimos en una época en la que la juventud es muy larga. Hace un par de generaciones una persona de 30 años era un adulto completo, una persona mayor, posiblemente casada, con hijos, trabajo fijo, hipoteca. Hace tiempo que esto ya no es así.

Los jóvenes ahora están condenados a la precariedad, a la incertidumbre. A la vista de todos los pronósticos económicos, sociales y políticos, estos jóvenes vivirán peor que sus padres. Con más paro y más desigualdad en un mundo más polarizado.

Hablamos de la gente que creció disfrazándose de Harry Potter. que pasó su infancia creyendo que España era una gran potencia deportiva, pero sabiendo también que era un país con problemas muy graves, endémicos, porque se enunciaban sin parar desde todos los púlpitos.

Es una generación que expresó algunas de sus exigencias más firmes a través de Greta Thunberg y que se comunica dentro de sus propias burbujas, en su propia jerga, a través de las redes sociales. Son gente que, como todas las generaciones de jóvenes desde los tiempos del jazz y el swing, ha puesto de moda músicas que los viejos no entienden.

"No me he sentido obligada a trabajar fuera, pero te piden experiencia"

Carla del Olmo tiene 22 años, ha terminado la carrera de Filología Inglesa y para conseguir su primer trabajo ha tenido que irse a Londres. "No me he sentido obligada, pero en parte te piden experiencia", explica Carla, quien asegura que parte de sus compañeras de universidad no trabajan en nada relacionado con lo que han estudiado.

"Es una pena en mi opinión", indica una Carla que cree que el "futuro es tan incierto que no te puedes plantear tener hijos o tener trabajo en esto". La propia Carla considera la precariedad laboral como uno de los principales problemas. "Creas tu currículum pero a la vez es frustrante"

Ahora ella se plantea estar una temporada en Londres, y mira el futuro y ve a una generación preparada, activista y que lucha por los derechos. "Tenemos que luchar por un mundo mejor".

"Nos hemos incorporado al activismo porque no nos queda otra"

Lucas Barrero, de 23 años, es casi licenciado en biológía y ciencias ambientales, a falta del trabajo de fin de grado, hace varios años que se convirtió en activista contra el cambio climático y es autor de El Mundo que Nos Dejáis: la rebeblión de los más jóvenes frente a la emergencia climática y ambiental.

"Nos hemos incorporado al activismo porque no nos queda otra", relata Lucas ante la precariedad y cree que no solo la juventud está involucrada en el activismo climático, sino en otros temas como el racismo, la igualdad de género, etc.

Considera "injusto" culpar a los padres y asegura que "somos presos al modelo económico" que existe. "Nos seguimos encontrando la desigualdad, la dificultad para encontrar trabajo, etc.", añade.

"La universidad ya no garantiza nada"

Por su parte, el sociólogo Juan Antonio Alcoceba cree que comparar esta generación con la de los padres no se puede hacer "sin tener en cuenta como se ha desinstitucionalizado la sociedad", explica José Antonio. "Ellos no diseñan el futuro porque los marcos institucionales se han desdibujado", continúa Juan Antonio, quien añade que "la universidad ya no garantiza nada".

Eduardo Cierco es uno de los protagonistas del reportaje que este domingo publicó Pablo de Llano en El País Semanal. Allí se cuenta que hasta el final de su vida estuvo leyendo y escribiendo. Y quien le ayudaba con la tecnología, y a pasar los textos a máquina, era su nieto Fabián Cierco.

"En ese reportaje retrata todo lo que él era, todo lo que me dejó", cuenta Fabián Cierco. Su abuelo falleció hace unas semanas por coronavirus, pero a lo largo de toda su vida fue una influencia fuerte y benéfica en su vida. Era abogado, y también era un intelectual, comprometido con los valores de la tolerancia y sobre todo del diálogo, activo políticamente durante la transición y colaborador de revistas como Cuadernos para el diálogo.  El propio Fabián asegura que va a estudiar políticas gracias a las conversaciones que tuvo con él: "Era uno de nuestros temas favoritos", aunque recalca que nunca discutían.

¿Excesivamente protegidos?

Los jóvenes son gente a la que hemos querido mucho, es posible también que les hayamos protegido mucho. Les prometimos que si se esfuerzan, conseguirán lo que quieran. Y no era verdad.

"Lo malo de estar protegidos es que nos hayamos olvidado de todo lo que han pasado nuestros mayores", confiesa Fabián. Una apreciación que comparte Alcoceba, quien cree que han estado "especialmente protegidos". "Hemos generado en ello muchas expectativas", añade el sociólogo. Por último, Carla también es consciente de haber estado protegida, "aunque no mimada"

 
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