'Todo pasa en Tel Aviv', meta-comedia del conflicto palestino
Sameh Zoabi cuenta el conflicto árabe-israelí desde el humor y el enredo, a través de un joven palestino que trabaja en un culebrón televisivo y entabla amistad con un soldado israelí que vigila la franja y se convierte en fan de la serie
Madrid
Abordar un conflicto tan complejo como el que se vive entre palestinos e israelíes no es tarea fácil, y hacerlo desde la comedia es un desafío mucho mayor ¿el resultado? Todo pasa en Tel Aviv de Sameh Zoabi. El director, palestino nacido en Israel, ha hecho una comedia muy personal. Es la historia de un escritor atrapado entre la agenda política de los israelíes y la de los palestinos lo que, en muchos aspectos, según cuenta, es la historia de su vida.
Estamos ante meta cine, una ficción dentro de otra. Por un lado, está Salam, un buscavidas de 30 años que vive en Jerusalén y trabaja (por enchufe de su tío) en el set de la famosa telenovela palestina Arde Tel Aviv. Todos los días, para llegar a los estudios de televisión, debe pasar un estricto control israelí, donde conocerá a Assi, el comandante a cargo del puesto, cuya esposa es fan de la telenovela y a la que intentará impresionar ayudando a un perdido Salam con la escritura del guion. Y la telenovela, ambientada en el año 67, antes de la guerra de los seis días, cuenta la historia de una espía árabe, Manal, que, haciéndose pasar por francesa, se infiltra en Tel Aviv para seducir a un poderoso militar.
El director tenía tres razones para utilizar la telenovela como hilo conductor: la popularidad que este género tiene en Oriente Medio, que el público lo vea como algo “tonto” y añada humor y, por último, cuestiones políticas. “Las telenovelas no son sutiles, no hay subtexto, los personajes dicen siempre lo que piensan, lo que sienten, pueden además hablar de lo que pretenden hacer, que es algo poco cinemático. Así que a mí me ha dado libertad para hablar de política sin filtros. Puedo decir lo que quiera, porque es una telenovela”, declara Zoabi.
Es una película social y política que, disfrazada de comedia, aborda los problemas que día a día enfrenta la población palestina, y con la que su director pretende dar una visión diferente de la realidad al público y contribuir, de alguna manera, a la humanidad. Dice el director que ve la diferencia en cómo la gente sale de la película hablando sobre el conflicto, “a veces marcamos la diferencia con las películas que hacemos, lo he visto por mí mismo a un nivel más pequeño, porque he proyectado la película alrededor del mundo, he escuchado al público y les ha dado esperanza y la sensación de querer conectar con la región otra vez”.
Hay dualidad de opiniones acerca del conflicto y dualidad en el aspecto visual de la película. Un mundo colorido, con enfoques y movimientos de cámara dramáticos en la telenovela, y una realidad arenosa, cerca del cine vérité, fuera del plató, donde lo más polémico es el hummus.