"La memoria es frágil y se impone el deseo a llevar una vida normal"

Madrid

Este jueves se organizaba en Madrid el homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus y a quienes se enfrentaron a él en primera línea durante la pandemia.

"Creo que hemos aprendido bastante. Todos hemos sentido el miedo a lo que podía pasar, pero es verdad que la memoria es frágil y se impone el deseo a llevar una vida normal", expresaba en Hoy por Hoy Santiago Moreno, jefe de enfermedades infecciosas del hospital Ramón y Cajal.

El propio Santiago, que estuvo ingresado durante más de una semana por coronavirus, reconoce que el número de pacientes que ingresan en su hospital es testimonial y que, en caso de una segunda ola que no desea, el sistema estaría preparado. En su caso, advierte de que han reservado recursos humanos y materiales. No obstante, señala que "sería una pena" que se estropease lo conseguido por "imprudencias".

"No quisieron trasladar a mi madre"

Ana Redondo vio como su madre no fue trasladada a un centro hospitalario desde su residencia en Castilla y León. Finalmente falleció y ahora Ana es la portavoz de la Plataforma de afectados por la gestión de las residencias en esta comunidad autónoma.

"No quisieron trasladar a mi madre. Por desgracia había una orden de la Junta de Castilla y León en la que se indicaba que las personas mayores no debían ser trasladadas a centros hospitalarios", denunciaba Ana, quien aseguraba que ahora el objetivo es convertirse en asociación para tomar acciones legales conjuntas de todas las personas afectadas.

"Nos ha dolido mucho que la Generalitat no nos haya querido reconocer como trabajadores esenciales"

Paola Torres trabaja como limpiadora en el Hospital San Lorenzo de Viladecans (Barcelona). Durante la pandemia, vio como sus compañeros se contagiaban, los pacientes fallecían y la Generalitat no los reconocía como trabajadores esenciales. "Nos ha dolido mucho", recalca Paola.

Explica la limpiadora del Hospital San Lorenzo de Viladecans que ha tenido compañeros trabajando durante "tres semanas sin parar", que había gente con miedo a ir a trabajar para no contagiarse y que todavía hay compañeros que "no pueden hablar del tema, todavía lloran".