David Trueba: "No hay un problema contra los inmigrantes, hay un problema contra los pobres"
El director y escritor presenta en el Festival de Málaga 'A este lado del mundo', su mirada al drama migratorio en Melilla y a la valla en una cinta protagonizada por Vito Sanz y Anna Alarcón
Málaga
Tras 'Casi 40', David Trueba vuelve al cine y al Festival de Málaga con 'A este lado del mundo', un drama sobre el conflicto fronterizo y la inmigración en la ciudad de Melilla. Vito Sanz interpreta a un ingeniero enviado a examinar la valla que enfrenta por primera vez esta realidad social. Le acompaña Anna Alarcón en el papel de una policía que se conoce todos los entresijos y defiende con vehemencia su posición ante los continuos 'no sé' del otro personaje, un tipo anodino, de clase media, ajeno a estos problemas y sin una opinión formada. Esas son las miradas que Trueba confronta para retratar, desde su óptica, la complejidad de la inmigración que se quiere contener con muros llenos de cuchillas.
¿Cómo surge esta película? ¿Cuál es la chispa para hablar de la inmigración y Melilla?
La motivación fue un viaje que hice a Melilla para la presentación de un libro y, de pronto, paseando por la ciudad y recordando la historia que tenía con un personaje, pensé, por esas conexiones que hacemos, que lo tenía que traer aquí. Y tiene que ser como la mayoría de los españoles, ajenos a lo que sucede en Melilla, a lo que es Melilla, salvo por lo que leen en la prensa. A partir de ahí surgió esta idea y este personaje y eso es lo que me llevó a contar la historia.
¿Ese viaje cambió tu percepción sobre la inmigración?
Cambió mi percepción sobre las metodologías que se usan. Me di cuenta de que lo que uno cree que es lo más tecnificado, sofisticado, que el mundo avanza, por ejemplo, la radio la hacemos con más medios técnicos, tenemos la salud, la tecnología nos invade, pero sin embargo, hay cosas que son como muy muy primitivas. Y lo de levantar un muro para que no pasen los pobres es algo que nos remite a hace 4.000 años, la fecha en la que se levantó el primer muro para cumplir esa función. Llevamos 4.000 años haciendo lo mismo, como se dice en la película, sin darnos cuenta de que no acaba de funcionar. Y trabajamos dando pedales en una bicicleta que está rota, entonces, cuándo nos vamos a cansar de hacer eso. Sigue funcionando porque lo hace como sugestión colectiva, como esa especie de cosa que decimos ‘es mentira’, pero a mí me hace sentir mejor. Toda esta cosa fronteriza es mentira, pero nos hace sentir protegidos. Es un poco como el control de Atocha, donde sabes que cualquiera que tenga malas intenciones no va a tener problema, porque allí, con dejar el bolso, todo lo demás pasa. No es un control como el de aeropuerto, más sofisticado. Pero si la gente se sigue creyendo esa mentira, pues todos tan contentos.
Hablas de muro para pobres, no para inmigrantes, ¿es una cuestión de aporofobia?
Es contra los pobres, no contra los inmigrantes. El dinero es el Dios de nuestra civilización. Nosotros nos hemos burlado y miramos por encima del hombro a civilizaciones que adoraban al Sol, a los que adoraban la Luna, o incluso al fuego, a los que adoraban a los dioses o a un Dios, nos parecen civilizaciones poco sofisticadas intelectualmente, y sin embargo, nosotros que adoramos al Dios dinero, nos parece que somos muy inteligentes. Yo creo que dentro de unos cuantos miles de años, se burlaran de nosotros igual. Pero, dentro de ese Dios dinero, existe una cosa que yo no veo que en España a la gente le preocupe, es decir, que alguien venga de fuera no es un problema si tiene dinero, a nadie le molesta. Además se puede comprar la nacionalidad española, hay un recurso para comprarla, que es comprar una propiedad que valga no sé si son más de 350.000 euros y ya está. No hay un problema contra alguien de fuera o tu color de piel, hay un problema contra los pobres. A los pobres son a los que no queremos. Tenemos ya a los nuestros y no sabemos qué hacer con ellos, pues no queremos más. Cosa que también, y en la película trató de que quede reflejado, es comprensible. Los discursos más populistas tienen éxito porque están basados en algo real, en miedos reales, y por eso son tan difíciles de desactivar. Lo que hay es que dar siempre un paso más allá, un paso más allá mental. La película más sencilla, como esta, un cuento donde colocas a los ciudadanos que nunca se hacen preguntas frente a preguntas. Ese es una de las claves del cine.
¿A qué España representa el personaje de Vito Sanz, un hombre que dice constantemente no sé?
Representa a la España media, al español medio, esa persona que no tiene una ideología formada sobre muchas cosas, que lo único que quiere es vivir tranquilo, hace su trabajo, ganar un salario digno que le permita tener un proyecto familiar o vital, pero no quiere comprometerse con nada. Y está bien que el ciudadano medio quiera ser así, pero lo que ocurre es que la realidad te lleva todo el rato a situaciones donde tienes que elegir y tomar opciones, a decidir si tu comportamiento es indigno u honesto. Yo le siempre le digo a la gente que cuando juzga a los grandes corruptos, habría que ver qué harían ellos ante la posibilidad de corromperse como tienen ellos. Porque, a veces, en la más pequeña, ya estás corrompido. Entonces no juzgues con tanta autoridad a otros. Ahí es donde es muy bonita la ficción porque te lleva a situaciones que no te has planteado o nos has tenido, pero hay que tomar opciones. Y esas opciones tienen muchos que ver con la dignidad personal, con tu examen de conciencia, si es que la tienes todavía.
Este español medio no tendría Twitter o redes sociales, porque yo, al menos, tengo la sensación de que todo el mundo opina de todo
No solo eso, sino con respecto a uno de los conflictos que retrata la película, los que están al otro lado del mundo. Es decir, cuál es nuestra actitud ante eso. La mayoría de las ocasiones nosotros no tenemos un conocimiento en primera persona de eso, no sabemos ni cómo es el trabajo de los que están para frenarlo, ni cómo el esfuerzo de los que están para venir. Somos meros espectadores distantes ¿Qué ocurre? Que cuando nos adentramos, entendemos a unos y a otros. Ese es el ejercicio que debemos hacer porque hay problemas, y este uno de ellos, que nos tienen solución. Hay que decirle a la gente la verdad. Y la verdad es que el ser humano tiene algunos problemas, como puede ser la muerte o los conflictos sentimentales, que no tienen solución, siempre van a estar. En lugar de creerte a los vendedores de soluciones, empieza a pensar en cómo se puede convivir con problemas que no tienen solución. Y tenemos que vivir, porque lo han hecho generaciones antes de nosotros y lo harán las posteriores. Ahí siempre la respuesta debe ser aceptando que el problema no tiene solución, buscar donde nuestra conciencia se puede quedar mínimamente tranquila sabiendo que la injusticia siempre va a existir. Hay que hacer un esfuerzo de entender a unos y a otros, de colocarse en todas las posiciones.
¿Puede haber un problema de equilibrio en el discurso entre un personaje que dice no sé y la vehemencia de una policía con una posición tan contundente ante el problema migratorio?
Cuando elegía a los dos actores protagonistas, quería que tuvieran de alguna manera esos valores casi en su mirada. Vito Sanz es un tipo que tiene algo humano y al mismo tiempo de desamparo muy vital, es una personal normal, sin partes oscuras, transparentes, con una cierta bondad. Y al mismo tiempo, Anna Alarcón, que es una actriz que me gusta mucho y la había visto en teatro, quería trabajar con ella porque tiene siempre algo ambiguo, algo difícil de calibrar. Eso te lo encuentras en esas situaciones. Te encuentras a gente que tiene una posición muy ambigua sobre estas cosas que aparenta tener un discurso pero luego también hace otras cosas por debajo. Y lo mismo, debajo de la bondad muchas veces hay indiferencia o conveniencia. Hasta qué punto uno es bueno o simplemente es que no se ha enfrentado a esos problemas. Para mí, a veces, es fácil opinar sobre conflictos que no sufro, pero cuando estás dentro o abajo, tu opinión cambia, tu postura cambia. En eso también debemos hacer un esfuerzo. Descolocar a los personajes también es bueno.
Como autor, ¿en qué medida habla por la boca de sus personajes?
Más que hablar por ellos, trato de respetarlos. Tuve un profesor de interpretación cuando estudiaba guion de cine en Estados Unidos, puede parecer sorprendente. Era un viejo actor, un tío estupendo, que nos daba clase de interpretación para guionistas. El primer día pensábamos que era absurdo dar esa clase, no íbamos a ser actores ni dirigirlos. En la segunda clase, me di cuenta de que sería probablemente la mejor clase que iba a dar. Porque consistía simplemente en prestarte, como hace un intérprete, a los intereses de otro, a la personalidad de otro. Y eso es fundamental en la vida, y en la de un escritor, total. No se trata de que yo hable por la boca de los personajes, sino de que los personajes hablen por su propia boca. Y para escribirlos, tienes que escucharlos, sentarte antes ellos y decir, qué intereses tienen, por qué hacen esto, por qué son así y por qué tienen derecho a ser así. Tengo que entenderlos. Este ejercicio, si lo hiciéramos también en la vida real en muchas ocasiones, bajaríamos los decibelios del conflicto y encontraríamos muchos más puntos de posibilidad de acuerdo.
¿Es difícil levantar una película así hoy en España? ¿Qué es para ti hacer una película?
Para mí es curioso, no me importa tanto cómo voy a levantar la película, sino qué grado de independencia hay en esa película que estoy haciendo, qué grado de representatividad hay de lo que yo quiero hacer. Estoy dispuesto a hacer muchísimos sacrificios en ese camino, quizás porque no me he rendido aún del todo al Dios dinero tanto como veo que nos rendimos habitualmente. A veces digo, para hacer esto voy a tener mucho menos dinero, muchos menos medios, pero esto representa lo que yo quiero contar, los intereses que me ocupan, las cosas de las que quiero hablar que a lo mejor otras cosas para las que tendría muchos más recursos. Lo coloco en una balanza y tomó una decisión, y a partir de ahí me olvido de todo. Me olvido de las condiciones, porque pienso que no son las más importantes. Algunas películas que adoro son baratísimas y otras que no me producen ninguna impresión y son carísimas, como director actúo igual. Lo importante es qué quieres contar, cómo lo quieres contar y ser fiel a eso.
Evidentemente en España, no hace falta que lo expliquemos por enésima vez, es muy difícil levantar una película económicamente, financieramente, y sobre todo, eres muy dependiente de los canales de televisión. Tienes que entender, y yo lo entiendo así, que ellos tienen unos intereses muy particulares que tienen que ver con el modo con el que explotan las películas que hacen, con el tipo de película que quieren ofrecerle al público. El problema es en qué momento tus intereses pueden cruzarse con los suyos y en qué momento son muy dispares. No se trata de un pulso, yo no tengo problema con las películas que hacen, algunas me gustan mucho, pero también quiero hacer las mías. Ahí simplemente tienes que actuar y ser un poco kamikaze.
¿Tus intereses se han cruzado en algún momento con las nuevas plataformas?
Sí, incluso proyecto con algunas plataformas que vamos a ver si salen y he hecho algunas cosas para ellos, y las seguiré haciendo. Pero siempre digo que las plataformas no son el paraíso terrenal, son empresas y, en este caso, además la mayoría extranjeras.
Repican el sistema de estudios
Eso es. Y si estás dentro, muy bien, si estás bajo contrato y eres un tipo feliz, pero, incluso actores y directores muy inteligentes en el sistema de Hollywood, hubo un momento en el que necesitaron salir. Entonces es lo mismo. Yo, por ejemplo, esta película la vamos a ofrecer en alquiler y compra en nuestra web, si yo estuviera diciéndote que es Netflix, que a partir de este viernes estaría ahí, sería facilísimo de entender porque la marca está vendida. Pero cuando dices DavidTrueba.com, la gente dice: y esto qué es. Eso es independencia y además pagar impuestos en España, que no está mal. Te das cuenta de lo difícil que es en un país colonizado cultural y artísticamente ser independiente, y eso hay que pelearlo, a veces es un poco ridículo, porque es una lucha de David contra Goliat, pero hay que hacerlo. Por qué no.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...