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Opinión

Todas las luces rojas están encendidas

En la política hay poca dirección y demasiadas batutas; en la sociedad, muchísima inconsciencia suelta

Todas las luces rojas están encendidas

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Madrid

Todas las luces rojas están encendidas al comienzo de este nuevo curso. En el tablero sanitario y en el económico estamos fracasando sumidos en el desconcierto y en el desorden. En la política hay poca dirección y demasiadas batutas; en la sociedad, muchísima inconsciencia suelta. Desde que llegó el virus, vamos dando bandazos. Recuerden que al principio había prioridad absoluta para la salud, con un confinamiento radical aunque la economía se paralizara y luego prioridad a la prioridad económica que algunos interpretaron como si el problema sanitario se hubiera superado ya y así estamos, ante un repunte gravísimo.

El desastre se vio venir en cuanto estalló la desunión de partidos, muy pronto, y se materializó durante el proceso de desescalada. ¿Recuerdan los pasos de fase? Se convirtieron en una competición infantil ridícula, feria de las vanidades y del marketing autonómico, como si fuera un reparto de premios y castigos. Y ahí empezó el maquillaje y la dislocación de los datos. Importaba menos prepararse y corregir errores y carencias que aparentar eficacia, y así hemos seguido, sin la menor autocrítica, perdiendo el tiempo en manos de la propaganda, unos y otros. Todos.

Pendular fue así mismo la gestión. Pasamos del control centralizado al máximo a la máxima descentralización y confirmamos una vez más que al estado de las autonomías le desajustan algunas piezas. Dos de ellas son básicas: la conciencia general de Estado y la lealtad mutua, sin la cual, cualquier modelo federalizante se descoyunta.

Ahora vamos muy mal y el paisaje político no puede ofrecer menos confianza: está agrietado el Gobierno, colgada de un hilo la mayoría parlamentaria que lo sostiene, la oposición en la luna, ensoñando elecciones que no habrá, y con Cataluña ensimismada, desentendida de todo lo que ocurre en el mundo exterior.

No se ve cómo armar un nuevo presupuesto, que va a ser decisivo para afrontar un presente muy duro y aprovechar la oportunidad excepcional que las ayudas europeas nos brindan para ordenar nuestro futuro.

Durante toda la semana, el presidente va a intentar de remendar y dar puntadas a tanto tejido roto y zurcir complicidades empresariales, sindicales y políticas en este momento tan importante. Ojalá cuaje en algo, ojalá no quede en simple escenografía para usos publicitarios.

En todo caso, al comienzo de un nuevo curso, esta vez curso trascendental, no se me ocurre mejor propósito profesional que no caer en las seductoras trampas de las broncas y de los incendios de la polarización. Ya sé que en esas están el eco público, los likes, los Me Gusta, las grandes audiencias y que a ella nos empujan los fervorosos, pero, si somos conscientes de lo que nos está pasando, tenemos la obligación civil de enfundar las armas y abogar por los pactos. No hablo de ingenuos consensos sin los cuales nos vamos a estrellar.

 
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