Todos los ojos puestos en Venecia, ¿es posible hacer un festival de cine en la nueva normalidad?
Arranca la edición número 77 de la Mostra de Venecia, marcada por el coronavirus, donde pasarán tres españoles, Almodóvar, Álex de la Iglesia y el debutante Pedro Collantes
Venecia
El Festival de Venecia tiene por delante su edición más importante. Una edición marcada por las mascarillas, las distancias de seguridad, el temor a los rebrotes y por los aforos reducidos. Una edición que tiene expectantes a las industrias del cine de todo el mundo y al resto de festivales, incluso a su máximo rival, Cannes. Si Venecia sale bien, saldrá bien San Sebastián y el mismísimo Cannes del año que viene; pero también los festivales pequeños. Si Venecia cierra esta edición número 77 con éxito, el cine europeo, el cine de autor y también la industria norteamericana saldrá reforzados.
Por eso, los nervios de la organización del que será el primer evento cinematográfico a nivel internacional -en España ya hemos tenido la experiencia de Málaga- que se celebre de manera presencial desde el pasado 13 de marzo. Berlín fue el último festival en celebrarse y los Oscar la última gala de premios. La sombra del virus ya estaba en esos eventos, pero nadie imaginaba los meses de encierro, las muertes y las pérdidas económicas.
"Hemos decidido celebrarlo de todos los modos porque creemos necesario lanzar una señal de optimismo y solidaridad con la industria del cine. Es hora de reabrir porque no podemos permitirnos permanecer confinados durante mucho tiempo", explica el director de la mostra, Alberto Barberá.
El Festival de Venecia, que arranca este miércoles, en El Lido, la parte más veraniega de la ciudad de los canales, ha tenido que reconfigurarse. No solo por las medidas para evitar contagios; sino también porque no habrá casi estrellas. Las alfombras rojas serán reducidas y el brillo de artistas como Lady Gaga, Joaquín Phoenix o Brad Pitt -invitados de la edición anterior-, dará paso al cine de autor y a los nuevos directores y directoras que conforman este año la sección oficial, que se abrirá con Lacci, una cinta del italiano Daniele Luchetti, con Alba Rohrwacher y Silvio Orlando.
En estos momentos, más que nunca, resurge una pregunta que ya se había hecho con anterioridad, ¿para qué sirve un festival de cine? Para muchos, son solo eventos llenos de glamur y estrellas, pero hasta ahora los certámenes son un engranaje más de la industrial. Aquí se compra y se vende cine. Se apoya a nuevos directores, como es el caso del español Pedro Collantes, que ha tenido la ayuda de la Mostra para su primera película, que presentará este año.
Los festivales son, además, un escaparate, no solo de estrellas, moda y joyas; sino también de títulos y películas que la gente verá en cines. Frente a los blockbuster que no necesitan publicidad, las películas más pequeñas necesitan una promoción. Salir relanzadas de un festival como Cannes o Venecia es prioritario para muchas distribuidoras y productoras.
El COVID deja paso al cine de autor
El decano de todos los festivales, creado en época de Mussolini -de ahí la arquitectura del Palacio del Casino, sede oficial del festival-, ha tenido muchos vaivenes a lo largo de sus 77 ediciones. Hace unos años era el festival de autor por excelencia, el que aupó nombres como el italiano Gianfranco Rossi, que compite este año con otro documental, o del sueco Roy Andersson, o el venezolano Lorenzo Vigas. Sin embargo, desde hace un tiempo, Venecia ha logrado unir ese cine, con las películas que después serán las que brillen en los Oscar. De ahí, Joker, La forma del agua, de Guillermo del Toro, Roma y Gravity de Cuarón, Birdman de Iñárritu.
Este año, por motivos morzosos, Venecia vuelve a dar cabida al cine europeo. De modo, que los platos fuertes son Peaces of a Woman del húngaro Kornél Mundruczó, con Shia LaBeouf y Vanessa Kirby. O el ruso Konchalovsky, que vuelve a la competición, con Dear comrades. También el británico Roger Michell -director de Nothing Hill- con The Duke, que ha reunido a Helen Mirren y a Jim Broadbent. De Estados Unidos llega el cine más pequeño, como NomadLand de la directora Chloé Zhao con Frances McDormand como protagonista.
"Es una señal positiva para el futuro del cine porque quiere decir que no está moribundo y que se está renovando, que hay nuevos autores preparados para sustituir a los grandes viejos maestros que poco a poco dejan de hacer películas", alega Barberá.
Talentos apadrinados
Los nuevos nombres que debutarán en Venecia tienen el morbo de ser apadrinados por ya grandes directores de Hollywood. El caso más sonado es el de Gia Coppola, la nieta de Francis Ford Coppola, que debuta con Mainstream, película con Andrew Garfield en el reparto. Cuarón, ganador del León de Oro con Roma hace dos años, produce The Disciple, la segunda película del director indio Chaitanya Tamhane, que compite en sección oficial. Otro viejo conocido del festival, el griego Yorgos Lanthimos, que rascó premio con La favorita, tiene discípulo este año en Venecia. Es Christos Nikou. Por último, también hay alumnos de Terence Malick, como Carlo Hintermann, que presenta en la Jornada del autor, The book of vision.
El año de las mujeres
Este será el año de las mujeres, en un festival que ha tenido sus más y sus menos con la paridad. Sonado fue hace dos años pasado la expulsión de un periodista que llamó "puta" a la directora australina Jennifer Kent, única mujer en competición en el año 2018. El año pasado, en 2019, hubo alguna directora más, concretamente dos. Este año, quizá por la falta de películas de Hollywood debido al COVID-19, las directoras igualan en sección oficial a los directos. Algo nunca visto en el certamen que dirige Alberto Barberá.
De modo que este año veremos las películas de la cineasta americana de origen asiático Chloé Zhao, junto a la película de directora polaca Małgorzata Szumowska, Never gonna snow again. And tomorrow the entire world. Junto a ellas estarán la alemana Julia Von Heinz, con And tomorrow the entire world y la bosnia Jasmila Zbanic con Quo Vadis, Aida?, la noruega Mona Fastvold con The world to come y la francesa Nicole García con Amants, junto a las italiana Emma Dante, con Le sorelle Macaluso y Susanna Nichhiarelli con Miss Marx, una revisión de las hijas de Karl Marx y la unión del marxismo y el feminismo.
Estrellas y cine español
Cate Blanchett y Matt Dilon son otras de las estrellas que se pasearán por Venecia. Los dos son miembros del jurado que decidirá el León de Oro post coronavirus. Otro de los puntos fuertes es la presencia de Almodóvar, que el año pasado recibía el León de Honor a toda su carrera. Este año, presentando su cortometraje La Voz Humana, que ha rodado con Tilda Swinton, justo después de levantarse el estado de alarma. "Este es un auténtico regalo de Pedro, tener su último trabajo es extraordinario, una señal de gran lealtad y confianza de Pedro hacia el cine de Venecia, además de ser un gesto de optimismo para el cine mundial", explica el director del certamen.
Además de Almodóvar, habrá más presencia española, como Álex de la Iglesia que presentará, fuera de concurso, su serie con HBO, 30 monedas. También Pedro Collantes, un joven director, presentará su primera película en Venecia, El arte de volver, con Macarena García.
Como siempre pasa en Venecia, los documentales y las proyecciones esperciales siempre tienen su atractivo. Es el caso del corto de la italiana Alice Rohwache, que junto al fotógrafo JR ha realizado la pieza audiovisual Omelia Contadina. O la proyección de Mandibules, del francés Quentin Dupieux (conocido también por su seudónimo musical Mr. Oizo), que presentará su nueva cinta de corte surrealista con moscas gigantes.
Nuevos estilos, nuevos cineastas en una cita que hará historia y que servirá para medir cómo está la industria europea y americana, en un momento clave para el cine.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...