Pedro Collantes, el español apadrinado por Venecia que debuta con 'El arte de volver'
El director español presenta su opera prima 'El arte de volver' apadrinado por el Festival de Venecia y junto a la actriz Macarena García
Los festivales deben servir para aupar nuevos talentos en el mundo del cine. Muchos grandes nombres del cine mundial han salido de un certamen. Por ejemplo, Tarantino saltó a la fama cuando Pulp Fiction ganó la Palma de Oro. De manera más modesta, Carla Simón se convirtió en una de las directoras de nuestro cine gracias a Berlín y a ganar en Málaga. Carlos Vermut fue aupado en San Sebastián. Este Festival de Venecia, sin estrellas y películas americanas, es el momento idónea para que nuevas miradas echen a andar en el mundo del cine.
Pedro Collantes es uno de los descubrimientos de esta edición extraña de la Mostra. Entre mascarillas y demás protoclos ha llegado a Venecia con su primera película que presenta dentro de un proyecto, llamado Biennale College, donde ha presentado El arte de volver, una cinta intimista protagonizada por Macarena García y que fue seleccionada hace un año por el festival, cuando todavía era un proyecto, y acaba de ser presentada aquí. El arte de volver recorre las primeras veinticuatro horas de la muchacha en su Madrid, donde se percata de la distancia que impone el tiempo lejos de los seres queridos, reviviendo encuentros, miedos y nostalgias que parecían pasado o, al menos, congelados.
Llegas a Venecia de la mano de Biennale College, un proyecto de desarrollo de guion con el que has rodado El Arte de Volver, ¿En qué consiste y cómo llegas a él?
Consiste en que la Biennale apoya la producción de cuatro proyectos cada año, de películas que ellos llaman de bajo presupuesto. Seleccionan los proyectos sobre tratamiento y acompañan, a través de tres talleres, el desarrollo. Reciben 150.000 euros, que es lo que ellos definen como "micro" presupuesto. La condición es que no puedes usar más dinero que ese y tienes menos de diez meses para rodar la película y presentarla. Ha sido muy rápido, intenso, pero una experiencia nerviosa.
¿Os afectó el coronavirus al rodaje?
Empezamos en marzo y tuvimos que parar. Pasamos un primer mes, seis semanas, de mucha incertidumbre. Como todo el mundo en esa situación, no sabíamos si podríamos completar el rodaje a tiempo, no sabíamos si el festival se iba a celebrar. Y ya por fin a finales de julio pudimos rodar los dos días que faltaba. Así que al final ha sido todo intenso.
Últimamente se pone de manifiesto la importancia de ayudas al desarrollo para creadores en el cine, tú también disfrutaste de la beca Residencias de la Academia, ¿está el futuro del cine español en este tipo de proyectos?
Absolutamente necesarios. Son proyectos distintos, el de la Academia es más para el desarrollo, para el tiempo de escribir y, sobre todo, tiene el aspecto de las mentorías para ayudar a los creadores. Muchas veces los proyectos no se desarrollan bien porque no hay tiempo y luego es difícil obtener la financiación. El de Biennale es distinto porque está más enfocado en producir, primeras o segundas películas. En mi caso, yo que vengo de hacer ocho cortometrajes, ha sido un paso muy orgánico hacia el largo. De alguna manera tiene el diseño de producción de un largo.
El Arte de Volver es la historia de una joven española que vuelve de Nueva York y trata de recolocarse en el país que dejó para buscar trabajo. Un retrato muy generacional, ya que mucha gente en la crisis de 2008 tuvo que salir y luego volver, ¿Es la experiencia de una generación?
Eso que has descrito es mi caso totalmente. Yo soy de Madrid, estudié allí y en el otoño de 2008 me fui a Noruega y de ahí de un sitio a otro. Regresé en 2017, han sido nueve años fuera. La película está inspirada en mis vivencias y también las de muchos amigos que conozco. Cada uno a su manera, todos coincidimos en esa sensación peculiar, característica de esas circunstancias. Es como volver a poner en sincronía el pasado que has dejado con el presente que te encuentras cuando vuelves. Las relaciones familiares y amistosas, cómo se quedan y cómo evolucionan por su cuenta y se vuelven a encontrar.
No salen los padres del personaje de Macarena, solo amigos y el abuelo, no sé si en el caso de la familia española es más complejo todavía ese retorno...
La decisión de dejar a los padres fuera, no era una relación esencial, necesitaría más tiempo y también hay decisiones que se toman por presupuesto. La película tiene ese estructura formal de secuencias largas, que son encuentros con personajes de su vida. Para poder dar una visión más caleidoscópica la familia ya estaba representada en el abuelo. Me parecía dar esa mirada de relevo generacional, el abuelo que está por irse y ella que está en un momento de su vida que es un inicio y un final a la vez.
La película habla también de la incomunicación, que también estaba presente en tus cortometrajes, ¿es el gran problema de esta generación?
Me interesa mucho y, quizá, me sale de forma natural. Me parece interesante, quizá estoy influido por la experiencia de vivir fuera, que hace que me haya comunicado con gente muy diversa. De hecho, mi mujer es de Japón y esa incomunicación la vivo cuando voy. Hay algo presente en esa escena con Macarena y el Taxista, que es extranjero. Es el retrato de dónde se rompe la comunicación entre una generación y otra, o entre dos amigas que lo eran hace tiempo y de alguna manera la unión se rompió.
Hay también una reflexión sobre si elegir o no un trabajo por dinero o por algo más, en el caso de esta actriz que tiene un casting de una serie superexitosa, pero que es malísima, ¿hay mucho de ti como creador en mostrar las dudas ante esa decisión?
Soy de formación montador. Es mi profesión y en paralelo he ido desarrollando mis cortos y ahora esta película. En toda profesión hay una serie de decisiones que te van posicionando y, a veces tienes que elegir entre trabajos que a nivel creativo y artístico te dan poco, pero te da solvencia económica. Son decisiones que como creador las he vivido y me parecía interesante incluirlo en la historia, en la decisión de una actriz, y en una decisión que tiene que ver con el hecho de volver.
Decías que eres montador, ¿cómo te ha influido eso a la hora de escribir y dirigir tu primer largo?
Me ha influido a la hora de pensar las secuencias y los planos. Igual por ser montador y conocer los trucos del montaje, me gusta minimizar el montaje. Me gustan las tomas largas y una sensación de ritmo muy orgánico y naturalista. En la escritura ya estoy pensando mucho en el montaje, ya hago algo ahí en el guion.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...