Eslabones de una cadena de optimismo
Llevamos demasiados meses instalados en un pesimismo casi crónico. Las malas noticias, el dolor propio y del amigo, los miedos, la incertidumbre, etc. Pero debajo de esa enorme sombra que vive anclada sobre nuestras cabezas, se ha ido formando una cadena humana de pequeños optimismos que cambia las miradas y que hace posible que un lunes como hoy, sea un poco más llevadero
Los eslabones de la cadena de optimismos que le rodea, son muy básicos: un poco de suelo para bailar, un perro, un sofá, un libro, unas zapatillas, un sillón de mimbre, un arpa, un trabajo, un hijo, un cuaderno, un viaje o una calle

Eslabones de una cadena de optimismo
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Madrid
Vive rodeado de gente que se mueve ante usted sin que apenas roce con la mirada la superficie de sus caras, aunque en momentos de pausa y reflexión se pregunte qué pensará la dependienta de la panadería que barre la hojas acartonadas de los plátanos de sombra; qué espera de la vida el conductor del camión de bebidas que acelera para pasar el semáforo justo antes de que el ámbar cambie al rojo; qué contratiempos turban la mañana del bebé de pelo rubio que patalea dentro del carrito rojo; quién es esa mujer de rasgos asiáticos que llena el escaparate de gatos de la suerte y bailarinas hawaianas.
No sabe nada, de nadie.
¿Hay algún amor torcido que malquiste el ánimo y la voluntad de este caballero con cara de arena? ¿Qué mundos imagina conquistar con su genio la joven que fuma y mira el teléfono acodada al balcón de 30 centímetros de ancho donde solo hay sitio para una maceta yerma y un mocho de fregona? ¿Qué deja atrás la familia que ha encargado embalar su vida en cajas de cartón y cargarla en un camión de mudanzas? ¿Con qué metafísicas complementa la cuenta de resultados el músico que canta y toca la trompeta a la vista de la diosa Hera debajo de un cedro?
No saber nada de los otros y poco de sí mismo, no le inmuniza contra el estado de ánimo general.
Es lunes, es septiembre, hay una pandemia, abundan las razones para para la pesadumbre... Y aun así, se impone la necesidad de encadenarse a la corriente de optimismo que deja a su paso un triciclo con canastilla verde y el alboroto de cotorras que escupen semillas de cinamomo.
Sin darse cuenta, a su alrededor, se ha ido generando una cadena de optimismos de subsistencia. Son pequeños ilusiones íntimas, alegríassin delirios, cosas corrientes.
Mire a su alrededor. Todos los días se cruza con personas que protagonizan historias que no salen en las películas, que sostienen los días con muy, que se mueven en los minusvalorados territorios de la obviedad.
Sin conocer las estrategias biológicas y los fundamentos psicológicos, éticos o filosóficos del optimismo, esos cuerpos anónimos que no merecen mayor atención, hace tiempo que descubrieron que, a veces, con un poco de sol es suficiente. Los eslabones de la cadena de optimismos que le rodea, son muy básicos: un poco de suelo para bailar, un perro, un sofá, un libro, unas zapatillas, un sillón de mimbre, un arpa, un trabajo, un hijo, un cuaderno, un viaje, una calle…
Todas esas cosas van generando optimismos aislados, humildes, no ajenos del miedo y el dolor, que sin un plan establecido se van encadenando y prendiendo a las miradas.

Severino Donate
Llegó a la SER en 1989. Ahora hace reportajes.




