La madurez de Mario Casas: "Ahora busco tirarme a la piscina"
El actor da vida a un psicópata en silla de ruedas en 'El Practicante', uno de sus trabajos más exigentes en el nuevo thriller de Netflix que dirige Carles Torras
Entrevista a Mario Casas / Cadena SER
Madrid
“Trabajar, trabajar y trabajar para sumergirme en el personaje”, repite Mario Casas sobre su último papel, un psicópata en silla de ruedas, que le ha llevado al extremo en lo físico y en lo emocional. Cuatro años ha esperado para un proyecto que le permite ofrecer un nuevo registro en el thriller, género en el que ha perfilado su madurez interpretativa, desde ‘Toro’ a ‘Adiós’. “Es algo intuitivo, son guiones que me llegan, que me gustan y de repente quiero hacer. Tal vez el thriller tiene algo muy intenso, muy de estar vivo, de tripas, es algo que me puede estar atrapando. Estos personajes me están haciendo crecer. Cuando interpretas a personajes que no tienen nada que ver contigo, navegas en sitios en tu interior que a final desconoces. Al final te hace crecer como ser humano y como actor, eso es lo que busco, tirarme a la piscina, seguir interpretando retos y ofrecerle al público personajes distintos”.
En ‘El Practicante’ da vida a Ángel, un auxiliar de emergencias que trabaja en una ambulancia y queda en silla de ruedas tras un accidente. Un personaje inquietante, frío y contenido, para el que contactó con un psiquiatra. “Quería que desde el principio de la película se viese a alguien que te perturbara, con comportamientos fuera de lo común o fuera de la norma, como tiene con su novia, esa manipulación, la cleptomanía… Tiene algo oscuro y da síntomas de algo que a la hora de sufrir una accidente se va a agravar mucho más. Quería que fuera el mismo personaje desde que se baja de la ambulancia hasta el final, no porque se queda en silla de ruedas, se vuelve malo. El psiquiatra me explicó los patrones de este tipo de gente, gente que no empatiza, no siente, aprende a engañar y a manipular. Para mi fue algo muy interesante sumergirme en esa personalidad”.
Al asesoramiento del psiquiatra sumó la ayuda de un acting coach -figura de apoyo en el set poco habitual en España- y visitó el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. “Sufrí durante el rodaje, había adelgazado cuatro kilos y el estar sentado en una silla durante dos o tres meses hizo que perdiera mucha musculatura, perdí cuatro kilos más. Hay un deterioro que se ve en la película, el personaje se va degradando y surge de manera natural. Hay algo que me fue atrapando, una oscuridad, un malestar constante que me afectó en todos los sentidos, en lo físico y lo emocional”, confiesa.
Esta ‘actuación de método’, experimentar en carne propia las circunstancias del personaje, la han seguido actores como Joaquin Phoenix o Christian Bale. En el caso de Mario Casas, a la transformación física, que ya ejercitó en ‘El fotógrafo de Manthausen’, suma una obsesión que, admite, le hace difícil encontrar un equilibrio. “Hay proyectos como este que si te sumerges mucho descubrirás oscuridades en uno mismo y cosas que desconocías, y se pueden quedar ahí para siempre. Tienes que ir acompañado de gente que te ayude y te cuide”.
Con 34 años, el que fuera ídolo juvenil transmite el sosiego de estar satisfecho con la carrera que ha modelado tras ser aquel chaval que forraba carpetas -y luego salvapantallas del móvil-. “Es cierto que había una parte del público, tal vez más masculina, que por proyectos que he hecho desde más joven, me han dado más caña. Pero desde ‘Toro’, ‘Contratiempo’ o ‘Adiós’, sí notó por esa parte del público más cariño o respeto. La prensa me ha tratado siempre bien, han seguido mi carrera, y son conscientes de ‘A tres metros…’ pero a la vez de ‘La mula’ o Álex de la Iglesia, ahí sí lo notó, me han nominado a los Feroz también. La gente ve que me estoy esforzando, exigiendo, que me tiro a la piscina y no me conformo. El púbico es inteligente y esas cosas las ve”.
La asignatura pendiente es una nominación a los Goya, el reconocimiento del gremio que se le resiste. “Estoy muy apartado de la industria, estoy trabajando y si no, me quedo en mi casa en el campo. Estoy poco en lo que viene a ser la industria, al final es un trabajo. Es un tópico, es así, cuando pasan dos o tres meses y no te llega un guion, uno piensa que ya no va a trabajar nunca. Lo importante es que me ofrezcan proyectos distintos donde pueda seguir demostrando que estoy creciendo como actor”, concluye con una sonrisa pícara. Eso no ha cambiado.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...