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'Verano del 85', la fugacidad del primer amor

François Ozon compone una amarga historia de iniciación con aire nostálgico sobre el romance de dos jóvenes en la costa de Normandía

Fotograma de 'Verano del 85' / GOLEM

San Sebastián

La importancia de la ficción y la realidad siempre ha estado en el cine de François Ozon, un cine que ha jugado con los géneros y las influencias con total libertad. Éte 1985, una historia de amor, de duelo y de culpa, tiene mucho de cómo jugamos con la literatura y la ficción y la incorporamos a nuestra realidad. Algo que estaba en La Casa, película que adaptaba un texto teatral de Mayorga y que ganó en San Sebastián la Concha de Oro.

Más lejos está en esta ocasión de este premio, porque su historia se queda en anécdota. Una historia de amor, entre dos chicos en un verano caluroso de 1985. Una historiada amor y una muerte, contada en una sucesión de flashbacks que ayudan a que compongamos la historia. Été 1985 no tiene ni el carisma, ni la originalidad de La casa o la profundidad de algunos de sus últimos trabajos, como Gracias a dios o Joven y bonita.

Ozon, que no ha venido al festival por un imprevisto de última hora, ha atendido a los medios de comunicación por Zoom y explicaba la importancia de esta película en su propia biografía. "Fue un libro que yo leí hace mucho tiempo, en 1985, y que cambió muchas cosas en mí", confesaba el francés. Y es que la cinta se basa en una adaptación libre de Dance on my grave (Baila en mi tumba) de Aidam Chambers, que leyó en su adolescencia.

La obra de Chambers, como todo el cine de Ozon, no problematiza la homosexualidad, sino que cuenta una historia de amor que no puede salir bien, no por ser gays, sino porque tienen maneras de ver el amor diferente. "Me conmovió y descubrí que había representaciones diferentes del amor homosexual, que en aquella época eran muy negativas, doloras y vinculadas a la culpabilidad, que fue cuando empezó a llegar el SIDA".

En realidad Ozon tuvo la tentación de hacer esta adaptación en sus inicios como cineasta, pero rechazó la idea. "Si hubiera sido mi primera película, como yo pretendía, no habría salido bien. En aquel entonces no tendría mucha distancia de la historia, estaba muy cerca de la edad de los personajes. Ahora que soy más viejo, con mis 50 años, creo que soy capaz de contar la historia con esa distancia y darle la ternura que necesita. Si lo hubiera hecho entonces igual hubiera sido un poco cruel".

Una historia nostálgica que con el coronavirus tiene un significado diferente, según Ozon. "En estos momentos de pandemia por Covid-19, podemos sentir quizás también como si esa época de los 80 fuera bendita, podíamos vivir la juventud, disfrutar y besarnos, vivir de otra manera", explicaba el autor de una cinta que bebe de la influencia de Rohmer, uno de los maestros de Ozon, y de esos veranos contemplativos y sensuales, pero siempre con el giro al thriller y la obsesión por la escritura presentes.

De hecho, el amor imposible entre estos protagonistas se da por la diferencia de clases, de modos de vida y de proyectos vitales. Mientras uno quiere ganar dinero en la tienda de su padre, el otro busca estudiar y trabajar a la vez. "El contexto social de los personajes y de sus familias son fundamentales. De hecho, ahí empieza la fascinación y el amor, porque uno de los personajes quiere entrar en ese mundo burgués. Pero a la vez habla de dos tipos de madres, muy diferentes. Las dos maternales y posesivas, pero en distinto grado. Una de ellas, excéntrica, gritona; la otra totalmente pasiva y depresiva".

El director galo, que iba a llevar a Cannes esta película, ha metido todos sus gustos musicales de su adolescencia en esta adaptación. Grupos como The Cure o Rod Steward acompañan el amor y el desamor de los dos protagonistas, los actores Félix Lefebvre y Benjamin Voisin, único en la sala de prensa del Kursaal. 

"Ha sido un placer volver a ese periodo y utilizar todos esos fragmentos de música que generan tanta nostalgia", ha incidido. De hecho, el título de la película iba a ser Verano 1984, pero Robert Smith, cantante de The Cure, les avisó, cuando compraron los derechos, que la canción Between days se compuso un año después, en 1985, de ahí el nuevo cambio. "Acepté para tener los derechos, así se lo hice saber, como fan que tuvo hasta su época gótica, a Robert Smith"


 
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