El Drogas: "La calle tendría que estar ardiendo viendo el panorama en España"
Enrique Villarreal se convierte en la estrella este lunes en el Festival de San Sebastián, gracias a un documental que repasa la carrera del ex líder del grupo de rock Barricada
San Sebastián
Los rockeros españoles de los ochenta tienen ya algo de entrañables, de una dureza que se ha ablandado y de una sabiduría basada en hechos, pragmatismo y lucha obrera. No todos, claro, solo algunos. Entre ellos Enrique Villarreal, conocido como El Drogas, aunque sus rutinas ya no hagan honor al nombre. El músico, que fue líder durante décadas de Barricada, ni bebe, ni se droga, ni entra a un bar desde hace años, pero sigue con la música, mientras cuida de sus dos nietos y sigue preocupado los últimos acontecimientos que pasan en este país.
“La calle tendría que estar ardiendo viendo el panorama que hay ahora en España”, dice El Drogas en el Festival de San Sebastián, donde es una de las estrellas de esta edición, gracias al documental de Natxo Leuza que recorre su vida y su discografía.
Con mascarilla y con la mirada de alguien que descubre por primera vez un festival de cine, El Dorgas está en Donosti junto a su socia, Carmen, la mujer que le ha acompañado durante todo su periplo musical. "Para mí esto es nuevo, lo del cine, es la primera vez que lo hago. Estoy muy ilusionado, como un crío con cazparos nuevos, este meneo de los medios, las entrevistas, el ansia de que llegues…¡ qué follón!, pero me gusta. Me imagino que una vez llegue el momento de ver la pelicula me voy a ver un poco sobrepasado poruqe no es mi estado natural", dice.
Su carrera que empezó en el 78, en unos San Fermines en los que la policía, todavía casi franquista, cargó contra manifestantes y contra jóvenes que estaban pasando las fiestas. Desde entonces a ahora, la industria musical en España ha cambiado mucho, aunque este COVID-19 ha puesto todo patas arriba. "Se está viviendo un desastre, el mundo de la farándula está en un momento crítico y yo personalmente no le veo una solución rápida al asunto, creo que vamos a tener que ponernos todos las pilas para ir puliendo los defectoas que puedan tener los bolos de este año, porque partimos con una ventaja respecto a otros espectáculos y es que el público lleva a arajatabla las normas, con las mascarillas", nos dice en una entrevista en la SER.
El Drogas es un tio de barrio, del barrio de la Txantrea, en Navarra. De ahí no se ha movido. No se fue a Madrid, como hacían todas las bandas que sobresalían entonces. Es fiel a lo que fue. "La verdad que nunca me ha interesado analizarme a mí mismo. No me quiero sentir más coherente que cualquier persona que crea en lo que hace, veo colegas míos que se creen lo que hacen. Por eso, ese término de auténticos, que siempre se emplea, no me gusta, porque no me veo más auténtico que otra gente. Los kilómetros de Logroño a Murcia son los mismos para mí, que para cualquiera que se dedique a esto. Y el cansancio y las noches, iguales para todos. Soy uno más".
Su compromiso estuvo desde las primeras manifestaciones. Hijo de un obrero y una obrera. Un compromiso que sigue y que le lleva a cabrearse con la situación actual. "Tengo la cresta más encrespada que en los 80 y no tengo ninguna cortapisa ni ningún interés en edulcorar lo que digo. Soy más punki, y en eso muy ochentero,, porque creo que habría que sacar la mano a pasear y liarse a tortazos con bastante gente".
El éxito no ha hecho que se mueva de su sitio. Ni física, ni mentalmente. "Tengo el piso pagado y lo que me jode es que se ponga el foco en los okupas, preparando lo que va a venir de desahucios", advierte el músico que aclara la diferencia entre un escrache y lo que pasa en Galapagar. "Son fascistas que no tienen nada más que a hacer".
El Drogas fue un músico sin formación, que se le ocurrió el nombre de Barricada en la mili, pero que ha ido creciendo musicalmene y también intelectualmente. Empezó a aficionarse más a la literatura, lo que le llevó a conocer más cosas sobre la memoria histórica, dedicando uno de sus discos a una de las heridas abiertas de la sociedad española. "Ya vamos tarde en muchas cosas relacionadas con ese tema, y creo que si España es una habitación y en la habtiación hay que abrir la ventana para que se ventile, en España hay que abrir las cunetas y poner nombres a los restos, las historias. Reconocer el exilio".
Con sus canciones empezó a hablar de feminismo e igualdad en el rock, un mundo dominado por los hombres. "Mi única aportación al feminismo es que me he dado cuenta hace un tiempo que mi posicion es en segunda fila escuchando lo que me dicen las mujeres que tengo alrededor y voy conociendo, si hay una próxima revolución será feminista o no será. El feminismo además no puede ser racista", nos dice Villarreal.
En una de las imágenes de archivo de este documental, en el que participan muchos músicos, de ahora y de antes, y también la familia de El Drogas, vemos al cantante romper una foto del Papa en uno de sus conciertos. "Era una referencia a lo que hizo Sinéad O'Connor y también una referencia a Bob Dylan", explica.
"Parece que cada vez funciona mejor la autocensura, que es la peor censura. Ante esto, me rebelo. Dí las cosas como creas que las tienes que decir, pero no te autocensures, yo eso lo echo en falta en el mundo del rock, esa postura frontal contra lo que, de alguna manera, se quiere imponer. No es estar en contra de ponerse la mascarilla o decir que la tierra es plana, no va por ahí. Nos estan coartando libertades y hay que estar ahí, insiste.