Sánchez-Ayuso, paso de página imprescindible
Me resulta difícil imaginar que Sánchez y Ayuso puedan poner en común un plan de actuaciones y, sin embargo, es preciso que lo hagan

La opinión de Iñaki Gabilondo. / CADENA SER
Madrid
Este mediodía el presidente del Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid se van a reunir para tratar de afrontar juntos la lucha contra la pandemia, que en la capital está fuera de control. Es bueno que por fin ocurra algo lógico, que se unan los esfuerzos y capacidades de todos. Y tiene valor el gesto de Sánchez de desplazarse a la Puerta del Sol, donde Isabel Díaz Ayuso ha querido autoerigirse en una especie de caudillo rebelde o heroína liberal, con ideas propias, todas ellas de frivolidad mayúscula.
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Sánchez-Ayuso, paso de página imprescindible
Las exhibió en especial en la desescalada de carreras, que se tomó como una feria de las vanidades y la desatención absoluta a la provisión de medios materiales y humanos imprescindibles. Y hoy pone en marcha un conjunto de enrevesadas restricciones indescifrables para los vecinos, difíciles de entender e imposibles de controlar para que nadie la acuse de confinar, sacrilegio supremo, mal de los males, cosa de dictadores liberticidas, como se hartó de decir.
Me resulta difícil imaginar que Sánchez y Ayuso puedan poner en común un plan de actuaciones y, sin embargo, es preciso que lo hagan. El encanallamiento de la vida política no puede estar ni un día más por encima de la salud de los ciudadanos. El sábado lo recordaba en un llamamiento apremiante el Congreso de Médicos sobre el COVID-19 y lo reclama cada día más airada una ciudadanía que ya no aguanta más enfrentamientos partidistas en un tiempo de emergencia.
La reunión de hoy debería significar un paso de página en este disparate si no le impidieron el tacticismo y el orgullo. Contra el tacticismo no hay más antídoto que el sentido de la responsabilidad; contra el orgullo de Sánchez y Ayuso y sus edecanes Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez se me ocurre un antídoto: la consciencia de su común fracaso, de su común impotencia en la lucha contra el virus.
El presidente del país con los peores datos de Europa y la presidenta de la comunidad con los peores datos de ese país, tienen pocas medallas que exhibir. Recordarlo puede ayudarles a tragar sapos, a sumar fuerzas y a trabajar juntos. Recordar eso es fundamental y recordar sobre todo el drama de Madrid, por donde el virus anda suelto.




