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Carla Simón, cartas de lo íntimo a lo político

La directora de 'Verano 1993' presenta en el Festival de San Sebastián 'Correspondencia', un proyecto de cartas audiovisuales en formato corto de su intercambio de misivas con la cineasta chilena Dominga Sotomayor

Carla Simón, en el Festival de San Sebastián / Violeta Gumà (ACN)

Madrid

Los recuerdos en la casa de la abuela, la única imagen de su madre biológica, los campos donde creció, el trabajo de cineasta y sus renuncias. Carla Simón abre su universo en 'Correpondencia', un proyecto, con formato de corto, que pone imágenes a las cartas cruzadas con la directora chilena Dominga Sotomayor. Presentado en San Sebastián en la sección Zabaltegi-Tabakalera, las cineastas intercambian reflexiones sobre la familia y el cine en tono intimista. Esa delicadeza y sensibilidad, con imágenes rodadas en súper-8, se ve trastocada por la irrupción de lo político, el estallido social en Chile con la muerte de muchos jóvenes.

¿Cómo hace este proyecto?

Nace como un encargo de una productora que se llama Goroka que esta preparando un programa parra el Canal 33, el canal cultural de la televisión catalana, de seis capítulos de correspondencia entre mujeres. Es muy bonito, cada mujer que se le pidió es de un ámbito distinto, una fotógrafa, una activista, una escritora… Para la parte del cine me lo pidieron a mí. Es un formato que me gusta mucho, que siempre me ha parecido súper inspirador. Yo podía escoger con quién hacerlo y Domingo Sotomayor tiene algo en sus películas, en su universo, que hay algo paralelo con el mío. Nos conocíamos de un festival en el que nos saludamos muy rápido. Le escribí y se animó, ella también estaba desarrollando su tercer largometraje pero le pareció un proyecto pequeñito para hacer. La premisa era hablar sobre el hecho de ser mujer. Con Dominga, como nuestras historias están tan unidas en nuestro mundo y nuestra vida personales, decidimos hablar sobre las mujeres de nuestra familia. A partir de aquí, yo le mandaba una carta, la leía y me respondía en función de eso, no sabíamos dónde nos iba a traer el recorrido en eso hasta que estallaron las revueltas en Chille y terminó ahí.

Lo epistolar está muy relacionado con la intimidad, como tu cine, hablas de una familia de dos generaciones, sin abuelas ni nietos, ¿cómo ha sido abrir tu mundo en ese sentido?

Fue muy fuerte. Mi abuela era la última persona en mi familia que quedaba de la generación de arriba y cuando pasa esto, la muerte, pues desmontamos su piso. En esta casa habían vivido mi abuelo y mi tía, que ya habían muerto, ella era la última, esta casa era el punto de encuentro de toda la familia, que somos muchísimos, desde que yo nací. Desde que nací es una casa en la que estoy igual de cómoda que en la mía o en la de mis padres. Vaciarla fue fuerte y quería capturarlo de una manera especia. De ahí surgió la idea de hacerlo en super 8, me parecía que podía imprimir esas imágenes dándole más valor. Me tiré tres tardes sola en el piso de mi abuela para hacer esta parte de la carta, poniendo los planos, eso es lo bonito de hacer este tipo de proyectos, que estás solo, con tu cámara, esperando la luz, no hay prisa, nos hay gente esperando. Fue una manera de despedirme de este lugar.

En esas reflexiones te planteas muchas cosas, entre ellas, la dedicación al cine y las renuncias que conlleva, como ser madre, ¿en qué punto está tu carrera y si te has replanteado muchas cosas con la situación actual?

Es raro, yo soy de planear mucho y tiene que ser así cuando haces cine porque lleva tanto tiempo. Tienes que tener claro que el deseo de lo que quieres contar es muy fuerte porque lleva mucho tiempo. Para mí todo el tema de posponer el rodaje de mi segunda película ha sido un poco traumático, como para todo el mundo cambiar cualquier plan, ahora parece que nos hemos hecho más a la idea, pero ha sido duro. Soy muy intensa en mi manera de trabajar, puedo hacer una cosa a la vez, entro muy adentro, ahora estoy aprendiendo a poner algo en suspensión. Estoy escribiendo otra cosa. Desde el enfado de no poder rodar, me salió una inspiración muy fuerte y el hecho de estar encerrada y aislada, de poder encontrar mis rutinas, sí funcionó en mi caso. Me puso a escribir otra cosa y la idea es estar desarrollando esto hasta que volvamos a entrar en Alcarrás. Aproveché también para dirigir uno de los capítulos de ‘Escenario 0’, ‘Vania’, y esto me quitó un poco el mono de rodar. Era muy bonito, en un bosque, y después de tanto tiempo en casa, buscar imágenes fue muy guay.

Es un intercambio de cartas íntimo, familiar, y el estallido social en Chile atraviesa todo, la política, los debates como cineastas quedan en un segundo plano

Fue muy fuerte ver al última carta de Dominga. Ella me decía: me acuerdo de la carta pero ya te contestaré porque está pasando todo esto. Cuando leí la carta, te sientes muy pequeño, porque estás hablando de cosas muy íntimas, de si se puede ser madre y cineasta a al vez, de tus abuelas, de tus tías, de tu hermana… Era todo muy íntimo y de repente la realidad se impone y te das cuenta de que no somos nada y hasta qué punto la intimidad depende de la situación política y social de un país. A veces vivimos nuestras vidas y no nos damos cuenta de hasta qué punto sí deberíamos estar implicados en política y movidas sociales. Para mí fue muy impactante. Dominga se planteaba qué sentido tenía estar haciendo cine en ese momento. Es muy fuerte, si algo tenemos claro en nuestras vidas es el cine, y si está pasando eso en tu país, es normal que te cuestiones eso.

¿Cómo fue componer las imágenes? Utilizas alguna imagen de archivo, has grabado en súper 8 y, ¿el montaje cada una?

Solo las imágenes de mi madre biológica, el resto las grabé. Cada uno hizo las suyas, nos la enviamos para ver la propuesta, pero cada una uno editó su carta. Eso lo bonito. El hecho de estar en proyectos con equipos tan grandes, ficciones que te llevan tres o cuatro años, de repente, hacer algo así es muy guay porque es tú con tu cámara solo. Te puedes pasar el tiempo que quieras componiendo y te reconecta con lo más primario de hacer cine al buscar estas imágenes. Tiene mucho sentido estar haciendo ficciones y, de vez en cuando, volver a esta manera de hacer cine y acordarte de que buscar imágenes es lo que da sentido. Rodar en super 8 me encantó, no lo había hecho antes y le da mucho valor. Como cinta duraba tres o dos minutos, son muy cortas, cada cosa que vas a rodar tienes que pensarlo y prepararlo para que esté bien.

¿Cómo ves la situación del cine en España en este año tan extraño?

Es un año muy raro, muy complicado y muy frágil. Creo que, más allá de los estrenos, es tiempo de acordarnos de la importancia de proteger ese cine independiente que sería tan fácil ahora mismo dejar de hacer. Entre todos tenemos que estar recordando eso porque, en realidad, es lo que hace rica a nuestra cinematográfica. Hay que seguir protegiendo eso. Con todo el tema del Covid, esas producciones se complican, los presupuestos suben, rodar con incertidumbre es una cosa muy complicada que te puedes permitir si tienes mucho dinero o si no tienes ninguno, si haces algo a lo guerrilla. Esas producciones intermedias, más autorales, hay que cuidarlas mucho. Sé de películas que se han quedado a medio rodar y que me parece que deberían tener una ayuda para terminarse bien. Y gente que se está replanteando sus películas de arriba a abajo porque se quedaron a medias y no tienen el dinero para continuar. Es un momento de poner la cultura en valor, al final, es lo que nos salva de nuestra existencia.

 
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