'Antidisturbios': Sorogoyen desnuda la violencia policial en un portentoso thriller
Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña presentan 'Antidisturbios', thriller policial de Movistar Plus que rebusca en las cloacas del Estado
Fotografama de 'Antidisturbios' / MOVISTAR
San Sebastián
Que Rodrigo Sorogoyen siente predilección por el plano secuencia, ya lo habíamos descubierto. Sobre todo, el corto Madre, todo en un plano secuencia con el que logró una nominación al Oscar. Estaba claro que su primera serie, Antidisturbios, iba a ir por ese camino. "El plano secuencia me gusta porque tienes al equipo más en tensión y porque disfruto mucho con los actores, es la forma en la que están vivos y mejor demuestran sus capacidades", explica el director a la Cadena SER en el Festival de San Sebastián, donde la serie se ha presentado en Sección Oficial fuera de concurso.
Antidisturbios es un thriller policial que sigue a un grupo de policías que se ven envueltos en una muerte de un inmigrante en un desahucio que han tenido que desalojar. El suceso, la investigación policial posterior y las consecuencias de esa muerte, permiten a Rodrigo Sorogyen y su coguionista, Isabel Peña, adentrarse en las dinámicas de trabajo de los antidisturbios, y cómo tratan con la violencia.
"La materia prima de trabajo de esta gente es la violencia, hay algunos que no saben gestionarlo, otros necesitan ayuda, hay tantas posibilidades... Son historias que te ponen la piel de gallina, es muy complicado el tema para decir que solo piensas una cosa", explica Isabel Peña. Y es que la mirada de la serie sobre la policía es poliédrica. Más allá de malos o buenos, la serie describe cómo funcionan las órdenes policiales, cómo la precariedad y la falta de recursos de la policía afectan o cómo se genera la violencia policial.
"Hemos investigado y nos hemos entrevistado con varios antidisturbios, ha sido muy divertido. En preproducción hemos contactado con la policía, hemos visto esos despachos, hemos intentado ver cómo se comportan tanto en su lugar de trabajo como en sus casas. Intentar leer entre líneas más de los que te cuentan, observarles y escucharles", dice Sorogoyen que ha recreado el interior de una lechera, el vehículo en el que se mueven los agentes, y el despacho o los vestuarios que comparten, llenos de carteles y de bufandas que quitan a los grupos que detienen.
"En cuanto empiezas a investigar, te das cuenta de que, como muchos gremios, hay precariedad. Son personas que tienen entre manos un trabajo de una sensibilidad brutal y no se les cuida. Deberían tener, aparte de más medios, un seguimiento o una atención, porque muchos piden ayuda y no la reciben", cuenta la guionista.
Sorogoyen y Peña descargan la responsabilidad y miran más allá del agente que está en las calles; pero el retrato de cada uno de los seis agentes es real y con matices. "Son todos distintos los antidisturbios, se piensa de todos ellos que son unos violentos, y de ahí nace la frase, de lo absurdo de esa generalización. Vemos a los antidisturbios cómo los mostramos en la serie", incide el director.
Y ahí están desde el choni con tensión violenta que refleja el personaje de Patrick Criado, o el de Álex García, al que empatiza con los desahuciados, como Raúl Arévalo, o el que tiene ansiedad de ir a una manifestación, como Roberto Álamo, o el que quiere salir de esa unidad lo antes posible, como Hovik Keuchkerian, o el que parece el menos violento, pero saca la furia con las mujeres, como Raúl Prieto.
Se nota que a Sorogoyen, además del plano secuencia, le gustan los actores, todos están estupendos, también Vicky Luengo, en el papel de una policía encargada de investigar si ha habido corrupción policial en el caso en el que los antidisturbios están implicados. Una de las mejores escenas de los seis capítulos de la serie está en el último episodio, en una marisquería, donde están cenando y brindando los agentes. Un plano secuencia en el bar que sube la tensión emocional y la violencia contenida de todos los personajes. "Me gustaba viajar a ese plano secuencia final que necesitaba una emoción muy fuerte y me lo plantee como una obra de teatro. Raúl Arévalo acabó destrozado emocionalmente y Álex García llorando. Y eso te lo permite el plano secuencia", reconoce Sorogoyen.
"Desde Que dios nos perdone nos interesaba ese tipo de policía. Estaba en nuestras cabezas ese universo. Sabíamos que no se había contado todavía y nos permitía hablar de lo que queríamos hablar, del sistema y de las cloacas de Estado, que es lo que nos gusta", dice Sorogoyen.
Las cloacas del estado estaban presentes en El Reino, el thriller sobre los Papeles de Bárcenas y también en Que dios nos perdone, thriller policial ambientado en la visita del Papa a Madrid y los disturbios que se generaron". De hecho, una de las tramas de la serie apunta a la mano negra de un supuesto Villarejo, que compra a los medios de comunicación. "Los antidisturbios son títeres, una herramienta del Estado, la trama de la corrupción era una forma muy narrativa de contarlo", añade Isabel Peña.
No solo destaca el plano secuencia del final. También la escena del capítulo inicial en una corrala de Lavapiés parando un deshaucio. O el plano secuencia en el Bernabéu con los disturbios detrás de un partido de fútbol. "En Lavapiés fue una escena muy difícil de rodar, cada vez que íbamos a la plaza Nelson Mandela, en un barrio con tanta vida en la calle, se nos acercaba mucha gente para contarnos que ellos estuvieron en las protestas cuando falleció hace unos años un mantero. Y hubo un momento muy curioso, donde estaba nuestro asesor antidisturbios y un senegalés lo recordaba", nos cuentan.
"Visualmente hemos intentado que el espectador tuviera un viaje con la serie y en la que los medios visuales vayan cambiando. En el primer capítulo es todo muy caótico, cámara en mano, sucio, y capítulo a capítulo, nos hemos ido alejando de los personajes, la cámara más quieta, los planos más largos".
