Los extremos se tocan
Por mucho que Isabel Díaz Ayuso no le guste que la comparen con Quim Torra, los hechos y las actitudes de ambos tienen puntos de coincidencia.
Los extremos se tocan
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Madrid
Por mucho que Isabel Díaz Ayuso no le guste que la comparen con Quim Torra, los hechos y las actitudes de ambos tienen puntos de coincidencia. Y si esta relación la ampliamos al argumentario del independentismo catalán y lo relacionamos con la defensa casi nacionalista de la independencia de Madrid, confundiéndola con toda España, me temo que a la presidenta de la Comunidad le dolerá todavía tanto o más. Pero se hace difícil no deducir, por su actitud, que puede estar confundiendo su resistencia con un nuevo 2 de mayo posmoderno, por supuesto, pero 2 de mayo, en definitiva.
Y es que, además, hay en el relato y en las expresiones de ambos polos opuestos tantos puntos concomitantes que podríamos convenir que los extremos se tocan. ¿O no es curioso que uno y otra haya o esté actuando de contrapoder desde el propio poder? ¿Y no lo es que su revuelta parta del común denominador de no aceptar la limitación de su potestad ya maltrecha, más por sus obsesiones ideológicas y partidistas que por su interés real en el bien común, el de todos sus ciudadanos por igual? Sea en el plano del agravio por razones económicas, de identidad, sociales o sanitarias.
La comparación es, pues, una cuestión de método. Ni de voluntad ni de concepto, por supuesto. Y la prueba del algodón de que esto es así es que, estas últimas semanas, esta relación, a Torra, le ha molestado tanto como hoy le molesta a Ayuso. Parafraseando a Patricia Highsmith y sus Extraños en un tren, podemos imaginarles recelosos, compartiendo vagón del AVE y notando que una oleada de pánico les trajo el alivio de lo conocido.