El imperio Murphy

Madrid

Edward Murphy Jr. fue un ingeniero aeroespacial que en 1949 estudió la resistencia del ser humano durante una desaceleración rápida. Sus experimentos contribuyeron a la carrera espacial de Estados Unidos, pero su nombre -el de Murphy- ha pasado a la historia por un error, por un fallo -muy tonto- pero que pudo tener consecuencias muy graves. Resulta que un asistente suyo había conectado al revés los sensores para medir esos efectos de la desaceleración y daban resultado cero. Suerte que la prueba se realizó con un monigote y alguien se dio cuenta, porque si llega a hacerse después con una persona -contando con esos resultados- hubiera sido después un auténtico desastre. Fue entonces cuando Murphy abroncó al asistente, diciendo: “Si tiene una forma de cometer un error, lo cometerá”. Aunque lo que ha pasado a la posteridad como adagio de la ley de Murphy es: “Si algo malo puede pasar, pasará”.

Bueno, pues en cualquiera de sus formulaciones está claro que la ley de Murphy reina sin discusión entre nosotros y lo último de Madrid, la justicia, el confinamiento… Todo este galimatías insostenible, lo confirma.

Ahora mismo -lo digo con toda sinceridad- me importa un bledo quién tiene la culpa, o quién tiene más culpa, del desaguisado. Me da igual si el Ministerio de Sanidad ha sido torpe con la orden, si el gobierno de Madrid ha practicado el sabotaje político, me importa aún menos la cascada de declaraciones: que si Illa tiene que dimitir, que si no… A estas alturas me da igual si Pedro Sánchez no ha tenido coraje para decretar el estado de alarma en Madrid cuando los datos de la pandemia lo aconsejaban, tampoco entiendo que en cuestiones de salud pública y de emergencia, como es el caso, la última palabra la tengan los jueces… No lo sé, pero insisto: ¡me da igual! ¡me importa un rábano! Pero, por favor, que alguien lo resuelva, que alguien pare esto de una vez porque es insoportable.

Y no nos queda ni el consuelo de preguntarle a Murphy porque el pobre palmó hace ya treinta años. Pero vaya ley que nos dejó.