¿La lengua es de locos?
"Nuestra Constitución aún habla en su artículo 49, que espera reforma, de "disminuidos" físicos y psíquicos. En fin, que, sin llegar a lo políticamente correcto, tenemos camino que recorrer", la polémica del día de Isaías Lafuente
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Madrid
La enfermedad nunca viene bien, para qué nos vamos a engañar. Y por eso en nuestra forma de hablar siempre hemos tirado de ella para nombrar cualquier tipo de mal o contratiempo. Que si la corrupción es el cáncer de la política, que si las bolsas caen y viven una jornada de infarto, que si la economía entrará en la UVI. Y entre todas las enfermedades, los trastornos y síndromes mentales se llevan la palma. Nos referimos a una situación como la que vivimos estos días en Madrid como esquizofrénica; a quien se contradice lo llamamos bipolar; al reservado, autista; al arriesgado, psicópata; al nervioso, neurótico...
Y ni te cuento si bajamos a lo coloquial: estás loco, trastornado, te falta un tornillo, eres un subnormal. Por cierto, hasta los años 80 subnormal fue el término oficial para nombrar a personas con carencias intelectuales. Estaba en las leyes. Después se consideró que deficiente era más adecuado y tardamos en llegar a la discapacidad. Y mientras ese lenguaje se ha ido adaptando, nuestra Constitución aún habla en su artículo 49, que espera reforma, de “disminuidos” físicos y psíquicos. En fin, que, sin llegar a lo políticamente correcto, tenemos camino que recorrer y no cuesta mucho esforzarnos por buscar palabras precisas que no banalicen la enfermedad mental ni ofenda a quienes la padecen.