Un resquicio en la venda

Madrid

Dos meses de tramitación contra dos años de bloqueo. Estos son los tiempos. Los que prevé tardar la proposición de ley registrada hoy en el Congreso por el PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante las nuevas medidas que alejen las renovaciones judiciales de las maniobras partidistas. Estas, orquestadas por el PP para dar largas a un bloqueo constitucional. No es extraño, pues, que junto a Vox, los conservadores tilden a la coalición de gobierno de dictatorial, a lo que esta responde que ha dado sobradas muestras de perseguir un pacto y que la paciencia tiene un límite. Exactamente lo que el ministro Illa argumentó el pasado viernes, cuando el Consejo de Ministros extraordinario aprobó la aplicación del estado de alarma en Madrid. La paciencia tiene un límite.

Y es que, efectivamente, las demoras en el cumplimiento de sus obligaciones no son de recibo en ningún órgano democrático. Ninguno sea por parte del Gobierno o de la oposición. Y en esto ambos tienen sobrada experiencia de la que, por cierto, suelen salir inmunes. Pero es que es menos aceptable todavía si de ello se deriva el filibusterismo que persigue sacar beneficio partidista a una actuación partidaria. Una determinación parlamentaria, pues, la de hoy, que tampoco aceptan dos de las tres principales asociaciones judiciales que la consideran una intromisión del Ejecutivo y el legislador a la independencia del tercer poder, el que debería serlo y demostrarlo, no como la mujer del César, que esta podría ser una referencia histórica políticamente incorrecta, sino como la dama de la justicia que sostienen la espada en una mano y la balanza en la otra, pero que ha dejado un resquicio en la venda que le cubre los ojos para poder ver hacia abajo y dejar de ser imparcial.