La dialéctica de la triada
Abrochen sus cinturones, pongan sus respaldos en posición vertical y plieguen sus bandejas, por si el presidente del PP, Pablo Casado, despegara mañana con su intervención.
La dialéctica de la triada
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Madrid
La dialéctica tiene sus normas, a tenor de las cuales las cosas deben decirse en columna de a tres. Así se explica, por ejemplo, que haya de reconocerse el acierto de José María Aznar cuando como aspirante al poder dio en acuñar, de la mano del nunca bien ponderado Miguel Ángel Rodríguez "Rodri", la triada contundente de “paro, despilfarro y corrupción” como abreviatura sumarísima de los 14 años de gobierno socialista, a cuya declinación reiterada añadía el estrambote de ¡váyase, señor González!
Pues bien, esta mañana en el pleno del Congreso donde se sustanciaba la moción en la que se buscaban las vueltas el censor, Santiago Abascal, y el censurado, Pedro Sánchez, éste último ha intentado esa misma cadencia en trípode de “odio, furia y choque” pero no ha funcionado, porque el último de los tres vocablos es el más débil y carece de la onda expansiva que generaba el término corrupción con el que remataba "Ánsar".
Cuánto mejor hubiera funcionado la dialéctica del censor si se hubiera limitado, sin más, a encadenar las lindezas que su antagonista Pedro Sánchez ha dedicado a Pablo Manuel Iglesias, su vicepresidente segundo, sin añadir comentario alguno. Ahora, señores pasajeros, abrochen sus cinturones, pongan sus respaldos en posición vertical y plieguen sus bandejas, por si el presidente del PP, Pablo Casado, despegara mañana con su intervención. Atentos.