Isabel Coixet: "Estamos asistiendo a una estocada muy heavy en los cines"
La directora inaugura la Seminci con 'Nieva en Benidorm', un thriller romántico de personajes solitarios que se encuentran en ese universo kitsch
Madrid
Isabel Coixet es una de las directoras más importantes fuera y dentro de España. De las pocas cineastas que ha estado presente en los grandes festivales: Cannes, Venecia, Berlín. Ahora presenta en la Seminci su nueva película, Nieva en Benidorm, uno de los últimos rodajes que pudo concluirse antes de coronavirus. El cine de la Coixet está lleno de personajes solitarios en ciudades que les desbordan. Ha rodado en Tokio, Vancouver, Nueva York, Barcelona y ahora Benidorm. Los rascacielos solitarios han permitido a la directora aislar todavía a sus personajes, sobre todo, el que interpreta el británico Timothy Spall.
A Spall se suma otra actriz internacional, Sarita Chouldhury, que interpreta a la mujer fatal, porque la idea de este proyecto surge de una trilogía sobre la reactualización de este estereotipo tan presente en la historia del cine. En realidad, Nieva en Benidorm es una película sobre mujeres diferentes. La Femme Fatal que en realidad no lo es, la limpiadora a la que nadie mira, el personaje de Ana Torrent, y la policía que lee a Silvya Plath, la genial Carmen Machi. Todas rodean a ese británico rutinario y aburrido que descubre en Benidorm una nueva vida.
En la cinta hay homenajes a Bigas Luna, en el espectáculo de monólogos vaginales, y a David Lynch. Es como si Coixet hubiera sacado a pasea al director de Muholland Drive por Benidorm, en un paseo donde la luz de la costa siempre tiene debajo un poso oscuro, misterioso y algo perverso. Un neo noir, asegura la directora, que recoge todos los mundos de la ciudad: el imserso español, el turismo británico, las despedidas de soltera y un misterio por resolver.
¿Cómo estás? ¿Cansada o ilusionada con estrenar la película?
Si hay un momento para hablar de la película es ahora. Quiero apoyar la película apoyar todo lo que pueda, siempre lo he hecho, pero ahora ni pienso si estoy cansada, harta o lo que sea. Cuando se planteó estrenar la película el año que viene, tanto la gente de El Deseo como la distribuidora, les dije que era una decisión que tenían que tomar ellos, que lo entendía perfectamente, pero también tenía el miedo de si el año que viene esto es peor. No me quiero poner en lo peor, ni soy fatalista ni pesimista, pero estamos asistiendo a una estocada muy heavy en la exhibición, en la distribución y en lo que es todo el sistema. Hay que apoyar y aquí estoy.
Una película tan poética que junta dos mundos, desde lo kitsch a Sylvia Plath, y tu propia poesía también. Todos los contrastes, ¿adquieren un significado distinto?
Benidorm es un territorio abonado para cualquier director. Es una tierra de paradojas, de contradicciones. De repente es una zona preciosa con un microclima, la estructura de los edificios, hay tantos contrastes… Hay tres mundos. El mundo de la gente que vive allí, casi en secreto, como subterráneos, con sus propios locales, mercados y tiendas. El mundo del Imserso con los buffets libres y el sentirse protagonistas en un lugar pensado para ellos. Y luego el mundo de los ingleses, que es el séptimo círculo del infierno de Dante, el horror, no hay paliativos. Esta mezcla es perfecta para contar una historia y sobre todo con personajes que no pertenecen a ninguno de esos mundos.
Tengo que decir que el personaje que nació el primero fue el de Alex (Sarita Choudhury) Siempre había querido hacer una película sobre una mujer fatal, que es una construcción evidentemente de mirada masculina, pero a mí como mujer me fascina. Seguramente porque he sido la mujer menos fatal de la historia. Recuerdo que cuando era adolescente me compré una falda de cuero y nunca me la puse, no soy la clase de mujer que puede llevar con prestancia una falda de cuero. Y me atraía mucho esta idea de una película que a mí me gustó mucho, La última seducción, que también es una película que utiliza el thriller para contar otra cosa. Siempre me había gustado y empecé a escribir sobre esta mujer fatal que hace acrobacias vaginales, que es una cosa que la primera vez que la vi fue en Benidorm y mucho más, evidentemente, de una manera mucho menos poética de la que sale en la película, pero me pareció algo fascinante. Tú ves a estas artistas que acaban, recogen las cosas que han formado parte de la acrobacia, las meten en una maletita, se ponen una rebeca y se van a otro club a actuar. Yo esto lo vi y me fascinó. Esto que para ti te parece algo tan fuera de tu vida cotidiana, para ellos, es su vida. Con toda eso, empezó a escribir esta historia.
¿Cómo fue la investigación por Benidorm? ¿Quién te guió y dónde se come esa gamba roja?
La gamba roja se come en el hotel Venecia, ya te lo digo. Hay cosas que he utilizado en otras películas, Hannah (La vida secreta de las palabras) también se come una manzana y arroz blanco y luego hay un descubrimiento. Para mí la comida también es una manera de contar que la gente despierta en la vida. Siempre me provoca tristeza la gente que dice que no le interesa la comida, es muy triste para mi. Me gustara que hubiera un despertar en la vida de este tipo -el personaje de Timothy Spall- con estas cosas. Tengo que decir que no tuve guía por Benidorm. Fuimos un equipo hace muchos años a hacer un documental, mi sueño era hacer un recorrido desde la Costa del Mar Menor hasta la Costa Brava hablando de la destrucción del litoral, es algo que siempre me ha preocupado. Ese proyecto no salió, pero llegamos Benidorm y fuimos rodando cosas. Y como nos dimos cuenta de la envergadura del proyecto, pues estuvimos en un club viendo a un tío que hacía de Elvis, las acrobacias vaginales, yendo al asador de María Jesús y los Pajaritos… Yo volví a Barcelona sin saber cómo iba a hacer el documental, pero sí sé que hay una película ahí.
La película juega con el tiempo metereológico pero también el propio tiempo vital del protagonista, de Timothy Spall
Sí, el tiempo en Manchester tenía que ser sin luz, gris, y todo lo demás de una pureza de cielos sin nubes en Benidorm. Luego resultó que había muchas nubes y niebla. Un día íbamos a rodar una cosa y vimos que había una niebla que venía del mar como una película de John Carpenter, y salimos enseguida a rodar la niebla. Son esas cosas que se han ido incorporando a la película, la realidad alimenta a las pelis por mucho que tú en tu cabeza tengas otras cosas.
Pero sí, en este personaje solitario tan reconocible en tu filmografía, está pendiente del tiempo atmosférico pero no de su tiempo, instalado en una rutina acomodado, que no valora su propia tiempo, que se da cuenta al salir de ese entorno…
Él es alguien que dice que no te puedes fiar del tiempo ni de la gente. Es alguien asocial, como mucha gente, porque siempre que ha intentado salir de esa zona, le han dado un zarpazo y ha vuelto. Hay bastante gente así, este es un caso extremo, evidentemente, alguien que tiene miedo de vivir, de actuar, de reaccionar… Es un personaje que ya ha hecho, si alguien tiene que ver, incluso con la voz en off, es el Don de Cosas que nunca te dije. Los personajes solitarios son los más atrayentes, los tipos solitarios dan mucho de sí.
Y luego esa policía, Carmen Machi, otro contraste más, que está fascinada con Sylvia Plath
Para mi es parte de mi experiencia, yo me he encontrado con gente así. De repente, entras en un taxi y el tipo está poniendo una grabación de la que solo hay una pieza inédita. Siempre pienso que hay alguien que te puede sorprender y la verdad es que te sorprenden. Piensas que porque alguien conduce un taxi o es una policía, no le gusta la poesía ni saben nada de música clásica, y el mundo te va despertando. Esa es la gente que me interesa, no hacer un policía arquetípico, para qué… Me interesa alguien que, en su cabeza, algo aparentemente contradictorio esté bien y que lleve el amor a Sylvia Plath a vivir en el lugar donde ella vivió. Esa cafetería está construida sobre el lugar donde ella vivió en Benidorm.
No sé si hay alguna conexión entre Sylvia Plath y el personaje tan enigmático de Anna Torrent, son presencias y ausencias fantasmagóricas de algún modo
El personaje de Anna Torrent es el de todas esas mujeres que no vemos, de esas mujeres que pueden volverse locas por falta de cariño. He conocido a esas mujeres, quizás nunca en un extremo como ese, pero sí existen. El caso de Sylvia Plath, una de las cosas que se dice literalmente en la película y que a mí me molesta desde que soy una adolescente, es que se reduce a un artista a la manera en que muere. Para mí que pusiera la cabeza en un horno es una anécdota, y muchas veces se ha reducido su valor literario por ello. Su presencia es la belleza que pudo ser, ese momento que está en sus diarios sobre su estancia en Benidorm, cuando ella y Ted Hughes estaban en sintonía, ninguno era más famoso que el otro, ella no tiene la tensión que luego tuvo por no herirle a él, porque ella realmente es mejor poeta. Es un poco las cosas que pudieron ser y no fueron.
Es un momento de tu carrera, tras recibir el Premio Nacional, inaugurar Seminci, pero con un horizonte complicado de rodajes, que es donde se te ve disfrutar, ¿cómo afrontas eso?
Soy una persona que ha articulado su vida en el trabajo, es la médula espinar de mi vida. Soy muy reflexiva para las cosas de los demás, pero no para mí. Sí, echo de menos rodar, en un rodaje la vida tiene sentido. Cuando estábamos montando la película tras salir de confinamiento y en esas jaulas de metacrilato, yo creía que así no podía pensar, y luego te adaptas porque somos animales, nos adaptamos a todo. Para mí lo importante es el ver, el escuchar a los actores, a Anna Torrent diciéndome que por qué no come pipas, y yo pensar pues llevas unos zapatos estupendo y vamos a grabar un plano cayendo las cáscaras. Eso es la vida. O mi fascinación por la canción de ‘Yo te diré’, que la escuché en una película de domingo, pero pones la canción y adquiere una ambigüedad bella, esa es la vida. No solo eso, para mí también es pasear por el campo o hacer croquetas.