Evitar la confusión
En política no hay peor mensaje que el que no se entiende. Si hay que explicarlo mucho, malo. Si no se explica, peor. Y en política sanitaria, lo que no se entiende genera directamente miedo

Madrid
En política no hay peor mensaje que el que no se entiende. Si hay que explicarlo mucho, malo y si no se explica, peor. Y en política sanitaria, lo que no se entiende genera directamente miedo. La gestión descentralizada de esta segunda ola debía de servir, en teoría, para que los presidentes autonómicos pudieran ir graduando las medidas que aplican en sus territorios en función de criterios sanitarios pactados entre todos.
Esto es lo que nos dijeron. Pero los criterios pactados entre todos se saltaron para que Madrid se cerrara solo durante el puente y no durante siete días como dice el decreto del estado de alarma. Y hoy, el presidente de Asturias ha pedido el confinamiento domiciliario para su comunidad, algo que no existe en ese decreto del estado de alarma.
Por todos sitios, en todos los medios, los especialistas nos dicen que sólo cerrándolo todo menos la escuela y los servicios esenciales se podrá frenar la curva en España. Da la impresión de que el gobierno se resiste a una medida con gravísimas repercusiones en la economía e incluso en la salud mental. Pero eso tenemos que suponerlo, porque no lo dicen con claridad.
Del presidente Sánchez no hemos vuelto a tener noticia desde la semana pasada. Y tenemos que ir cogiendo retazos de declaraciones del ministro de Sanidad aquí y allá... mientras escuchamos a Merkel, Macron, Conte, Costa, dirigirse a sus poblaciones con mensajes claros, concretos. Los mensajes no doblegan la curva, pero si son claros y coherentes al menos evitan la confusión e invitan a cumplir las normas.




